VICENÇ BATALLA. Es paradójico que alguien como Isaki Lacuesta, que se multiplica en proyectos cinematográficos, artísticos y ensayísticos, continue siendo inédito en las salas comerciales francesas. Otro bañolense como él, Albert Serra, bastante menos prolífico e igual de iconoclasta, tiene un lugar asegurado en los festivales y las publicaciones del país. Quizás, por ello, el Centre Pompidou de París puede ser la rampa de lanzamiento para Lacuesta ahora que se celebra hasta el 6 de enero una doble retrospectiva-exposición en correspondencia entre la japonesa Naomi Kawase y él. Dos videoinstalaciones inéditas, el libro en francés Le cinéma d’Isaki Lacuesta con una quincena de destacadas aportaciones y una treintena de largometrajes y cortometrajes subtitulados tendría que ser suficiente para despertar el interés de una crítica y unos distribuidores que se hace difícil entender que lo ignoren. Su reciente Concha de Oro en San Sebastián por Entre dos aguas no puede volver a pasar desapercebida como el resto de su filmografía desde principios de 2000. Privado como residente francés desde el inicio del milenio de la mayoría de sus obras, un servidor lo entrevistó resiguiendo como alternativa la exposición parisiense y que viajará después al Centre d’Art Contemporani de Girona Bòlit y el Centre d’Arts Santa Mònica de Barcelona.
Después del intercambio de correspondencia fílmica con Noemi Kawase, que tiene su origen hace diez años, ¿cuál es tu relación con la cineasta japonesa y que te parecen estas primeras videoinstalaciones que presenta?
“Ahora, hacía tiempo que no nos veíamos. Después de las correspondencias, me pidió colaborar en una película colectiva de homenaje a las víctimas de Japón por la fuga radioactiva (‘3.11 A sense of home films’, 2011). Entre otros, estaba Patti Smith, Jon Mekas, Víctor Erice, cineastas de todos el mundo… Pero ahora hacía tiempo que no coincidíamos. Lo que más me gusta es esta instalación (‘Screens of memories’) que parece un zoótropo, con fotografías suyas de cuando era niña y adolescente. Y que es como una especie de cronofotografía a gran escala”.
¿Y ella te ha comentado alguna cosa de tus instalaciones?
“¡No sé si las ha visto! Coincidimos el viernes, cuando aun lo estábamos montando. Y no he tenido ocasión de hablar de ello”.
¿Os habéis ido siguiendo con vuestro trabajo posterior?
“Muy poco. Hemos coincidido un par de veces en el Festival de San Sebastián. Pero nos hemos cruzado y no nos hemos llegado a encontrar”.
Pero tú te sientes próximo a su sensibilidad. Porque hablabas muy bien de su película Sharasôju (2003)…
“A mí, ‘Sharasôju’, quizás es de las que más me gustan. El trabajo que más me gusta de Naomi son ‘Sharasôju’ y las películas iniciales en las que está buscando a su padre. Hay unos cuantos documentales en los cuales habla de la orfandad y me interesan mucho”.
¿Encuentras puntos en común con tu trabajo?
No mucho, en realidad… Yo creo, justamente, que la gracia del encuentro era coincidir dos cineastas muy diferentes, a partir de la invitación de los comisarios, y dialogar. Estos diálogos sirven precisamente para ir a parar a un país donde no tú no irías solo por tu cuenta”.
Pero ella sí que trabajaba la docuficción al principio, com es tu caso…
“Sí que tenemos esto en común: los dos hemos hecho tanto documental como ficción, cosas híbridas, más bastardas… Pero no es algo tampoco demasiado nuevo. Pensando únicamente en Japón, Shohei Imamura en los años cincuenta y sesenta lo hacía constantemente…”.
Películas dobles
Tus instalaciones que presentas aquí son inéditas. La primera es una introducción para la segunda, donde hay imágenes nuevas. ¿Cuál es el sentido?
“Las dos instalaciones funcionan por separado, pero la primera ‘Películas dobles’ sí que tiene un carácter más retrospectivo y sirve para explicar y enseñar cómo he trabajado todos estos años. Son películas que se desdoblan. Películas que están hechas en diálogo. Pensaba cómo explicar películas tan diferentes, de formato y contenido, a quien no lo conoce. Y me di cuenta de que sí que había un dispositivo común: una forma de pensar que aborda los temas siempre desde dos perspectivas diferentes. Son películas que dialogan, se contradicen, se corrigen. Unas sirven para aprender a hacer las otras. Por ejemplo, estuvimos filmando un documental sobre una excavación clandestina en la primera fosa común de la Guerra Civil que se hacía en Cataluña con criterios arqueológicos y científicos. Y, poco después, hice una película de ficción inspirada en esto, pero que hablaba de las desapariciones en Latinoamérica. Esta especie de dispositivo me ha sido muy útil, el hecho de ir desdoblando las imágenes… En Girona y Barcelona, donde la gente conoce más mis películas, de golpe y porrazo volverán a ver las imágenes originales dialogando con imágenes que las resignifican y las transforman”.
Hacemos un repaso de cada uno de esos siete capítulos. Pero, de entrada, el número siete debe de ser un número fetiche para ti porque también fueron siete las correspondencias con Kawase y también son siete los bloques de imágenes en la segunda videoinstalación…
“No, es casualidad. El hecho es que me salían siete parejas de películas dobles. Y la segunda instalación ‘Las imágenes eco’ responde un poco a las dimensiones del espacio que me proponían. El espectador está rodeado de siete pantallas: una en el fondo, y tres en cada lateral. La octava cara no existe porque es la entrada… Pero sí que el siete me gusta pensando en Dau al Set, la tradición de vanguardia catalana: lanzar un dado y que salga el siete. Y me acuerdo de que un cineasta que admiro muchísimo, el chileno Raúl Ruiz y que era casi más francés que chileno, siempre hablaba que su cine era tirar un dado y que saliera el número siete. De forma casual, este siete ahora ha aparecido”.
Caras vs Caras/Cravan vs Cravan
En Las películas dobles, el primer capítulo Caras vs Caras ofrece imágenes de un cortometraje tuyo de 2000 que es muy difícil de ver…
“Es el primer corto que hice. Yo estaba preparando el largometraje ‘Cravan vs Cravan’ (2002), donde quería explicar la historia de Arthur Cravan, este poeta boxeador desaparecido en el mar. Y muchos amigos y profesores me decían que, para prepararlo, hiciera de entrada un cortometraje. Yo no me veía haciendo un cortometraje sobre Cravan, yo quería hacer un largometraje. No quería hacer un corto que fuera solo un aprendizaje, quería hacer uno que tuviera sentido por sí mismo. Al final, hice un cortometraje sobre un boxeador anarquista español Arturo Caras a quien durante la Guerra Civil se le obligó a torturar a sus compañeros (en la Monumental de Barcelona). Era un falso documental, con Váquez Montalbán, Víctor Alba… que me sirviera para preparar un documental real como ‘Cravan vs Cravan’. Es un cortometraje, el de ‘Caras vs Caras’, que considero muy fallido y no enseño nunca. Es el primero que hacía y me avergüenzo mucho”.
Y solo lo podemos ver aquí…
“Aquí se ve con fragmentos, que son de los más dignos. Dentro de todo el desastre”.
Lo presentas como una autocrítica…
“Lo hago haciendo un diálogo con ‘Cravan’. De repente, hay imágenes de ‘Cravan’ que sirven para hablar de la Guerra Civil. E imágenes de la Guerra Civil, que sirven para hablar de las vanguardias artísticas. Sí que me interesa esta idea de poner en común y designificar las imágenes de una película política y casi posbélica con otra que es un retrato de las vanguardias”.
La leyenda del tiempo/Entre dos aguas
El segundo capítulo es el más actual porque pones en común La leyenda del tiempo (2006) y Entre dos aguas (2018). ¿Habías pensado que harías una segunda parte? Existe el caso reciente del norteamericano Richard Linklater, que estuvo grabando a su hija durante años. ¿Lo habías planteado así con los personajes de la isla de San Fernando de Cádiz?
“Formaba parte de la fantasía. Me acordaba mucho de lo que había hecho François Truffaut con Jean-Pierre Léaud. Toda esta historia de Antoine Doinel, que se va sucediendo a lo largo de diversas películas desde que es niño hasta que Truffaut muere. Y, cuando hicimos ‘La leyenda del tiempo’, plantamos unas pequeñas semillas pensando en volver al cabo de los años. Por ejemplo, hay una secuencia en ‘La leyenda del tiempo’ donde los niños se miden en un árbol y pensaba que lo podríamos reemprender al cabo del tiempo. Lo que no me imaginaba es que lo que haríamos sería medir a sus hijas (de Isra). Yo me pensaba que a quien mediríamos sería a él cuando hubiera crecido y, en cambio, acabamos midiendo a sus hijas en aquel mismo árbol”.
Esto forma parte de las cosas imprevisibles cuando planteas este proyecto…
“Me gusta mucho trabajar con este tipo de incertidumbre. Intentar provocar que pasen cosas, pero estar abiertos a lo imprevisto. Creo que surgen cosas más intensas y muy a menudo más poderosas”.
Los que no han visto la primera parte, supongo que pueden ver la segunda sin tipo de problema…
“Sí, son películas que funcionan de forma independiente. Dialogan entre sí, pero son historias separadas. De hecho, ha habido vendedores internacionales que no sabían de la existencia de la primera parte y que consideraban que la segunda era una película de ficción. Y me decían que estaban muy contentos con el casting. ¡Me decían que era increíble como los niños (flashbacks que se utilizan de la primera película) se parecen a los adultos!”.
El cuaderno de barro/Los pasos dobles
El tercer capítulo trata del paralelismo entre El cuaderno de barro (2011) y Pasos dobles (2011), que conozco de cerca porque vi la performance en el origen Pasodoble entre Miquel Barceló y Josef Nadj en el Festival de Aviñón en 2006 y después fui al País Dogón en 2008 y pasé por el lado donde trabajaba Barceló. En este caso, es el documental que lleva a la ficción o al revés?
En 2007, hice un retrato de Miquel para una Feria de Fráncfort donde también retrataba a tres otros pintores: Antoni Tàpies, Frederic Amat y Perejaume. Los filmaba en 35 milímetros y, después, los invitaba a pintar sobre la película. Aquel día, Miquel me enseñó los cuadros antiguos del franco-americano François Augiéras y me habló mucho de su periplo por África. Casualmente, un año y medio después una productora me propuso hacer un documental sobre Miquel en Mali y su vida en el País Dogón. Yo propuse a la productora y Miquel hacer una película donde se le mezclara con su imaginario. Que fuera un retrato de su mundo imaginario más que de él mismo. Esto pasaba por filmarlo como Augiéras, en el País Dogón, con estas mitologías muy propias de Miquel pero también ahora mías. Y acabamos haciendo dos películas: un documental y una ficción, como las caras A y B de todo este mundo”.
¿Cuánto tiempo pasasteis en el País Dogón?
Hicimos diversos viajes y el último debía ser de tres o cuatro meses. En aquel momento, ya se empezaba a palpar la tensión prebélica. Fuimos a Tombuctú y decidimos no rodar porque ya habían matado a gente. Se notaba todo muy tenso. Mientras rodábamos, había secuestros en Mopti y muy cerca. Pero no nos enteramos porque estábamos liados con la película. No éramos demasiado conscientes de ello. Al volver, leímos las noticias y vimos que las cosas estaban realmente mal”.
De hecho, Barceló me parece que no ha vuelto nunca más…
No, el último viaje que hizo fue durante el rodaje. Poco después de volver, le llamaron para decirle que los espías habían oído que lo querían secuestrar. Y le pidieron que no volviera más”.
Llegasteis en el momento justo…
“Por los pelos. Yo creo que Miquel también tenía la conciencia de que se tenía que despedir. Y fue uno de los motivos por los que quiso hacer la película”.
Soldats anònims/Los condenados
En el cuarto capítulo, haces un paralelismo entre el documental Soldats anònims (2010) sobre la primera búsqueda en fosas comunes de la Guerra Civil en Cataluña y el largometraje de ficción Los condenados (2009), que habla de unos hechos parecidos en Argentina…
«Hacía cinco o seis años que trabajaba en un documental sobre un desaparecido argentino y que había estado muy implicado en la lucha armada. Al mismo tiempo un cineasta y compañero de Girona, Pere Vilà, me propuso que fuéramos a filmar la primera excavación en Catalunya con criterios arqueológicos y científicos. Fue terrible porque la excavación se hacía en el año 2003. Es decir, ¡habían hecho falta 37 años! ¡Y, aun así, la prohibieron! Las autoridades no dieron el permiso porque las elecciones quedaban muy cerca, no sé si eran municipales o autonómicas… En cambio, en Argentina nos llevaban años de ventaja. Me interesaba porque el Centro de Antropología Forense argentino era un modelo para los antropólogos y arqueólogos catalanes… En Cataluña se acabó abriendo una fosa de forma clandestina, porque era de soldados fascistas. La sorpresa fue que, al quinto día de la excavación, llegaron los Mossos d’Esquadra y obligaron a cerrarlo todo. Y, entonces, los mismos tractores que habían estado rompiendo y despedazando los huesos continuaron labrando la tierra y alimentándonos el cuerpo con su trigo”.
En cambio, ahora hasta el también gerundés Javier Cercas hace un libro familiar, El monarca de las sombras, sobre ello…
“Son temas que aun sufren este tipo de prejuicios y tópicos según los cuales hay demasiadas películas de la Guerra Civil. Y, en realidad, ¡son habas contadas! ¡Se han hecho poquísimas!”.
Seguramente, cuando se empezaban a hacer, no había la misma perspectiva…
“Hay películas maravillosas como las de Basilio Martín Patino, que hizo durante la dictadura y no se pudieron estrenar hasta que no murió Franco. Creo que no hay continuidad al mismo nivel”.
La matança del porc/Murieron por encima de sus posibilidades
El quinto capítulo hace referencia a la reciente crisis económica, con el documental La matança del porc (2012) y la ficción Murieron por encima de sus posibilidades (2014). Lo que dice el personaje de Pep en La matança del porc es bastante fuerte…
“A mí me impactó mucho. Salió de un taller de cine que estaba haciendo en las Ramblas justamente la semana que estalló el 15-M de los indignados. Y decidimos que todas las piezas de los inscritos en el taller fueran sobre este tema, fueran en presente. Pep era un cineasta amateur, que en los años setenta había filmado las primeras elecciones democráticas con muchísima ilusión, con gran militancia. Y filmó la última matanza del cerdo que se podía hacer de forma doméstica. Me empezó a explicar que era promotor inmobiliario y que se había arruinado y estaba en paro. Según él, la solución pasaba por torturar banqueros y políticos… Me pareció que esto era un síntoma. Porque, aquella misma semana, escuché esta idea en cuatro o cinco lugares diferentes: en una librería a la que voy muy a menudo, en un bar, en este taller, y pensé que había que hacer una película. Por una parte, está el documental ‘La matança del porc’ que recoge este testimonio de Pep Armengol, cineasta amateur y promotor inmobiliario. Y, por otra, la película ‘Murieron por encima de sus posibilidades’, hecha en cooperativa durante los años en que no podíamos financiar nada más. Intentábamos levantar ‘La propera pell’, y no había manera. Intentábamos levantar ‘Entre dos aguas’, y no había manera. Por esto, nos juntamos con los amigos e hicimos esta película en cooperativa sobre la crisis: un retrato de la España de hace cinco años”.
Pero con sentencias rectificadas como la del Tribunal Supremo sobre el impuesto de las hipotecas, ¿no crees que siempre acaban ganando los bancos?
“És como el casino, su propietario no perderá nunca… ¡Ingenuos de pensar que puede suceder!”.
Estas películas parecen muy violentas, pero quizás solo les hacen cosquillas…
“No, la única vocación que tienen es como cuando se envía un satélite al espacio con una cápsula dentro con una canción de Louis Armstrong o un poema de Emily Dickicson, por si algún marciano quiere saber cómo éramos o cómo somos. Para de aquí a unos años, o ahora, recordar que pensábamos en 2011. Porque yo creo que no queremos recordar que todos nos cagábamos en lo que pasaba y todo el mundo quería matar banqueros. Me parece que es un imaginario de un momento muy fuerte que, además, era en presente. Y así queda una pequeña constancia”.
La propera pell/La propera pell bis
Con La propera pell (2014), en el sexto capítulo, lo que haces es reproducir las mismas imágenes pero con los diálogos cambiados. ¿Son muy diferentes? El primer día, el dispositivo no funcionaba y no los pude escuchar…
“Es un cambio de montaje. Era como un reto que me planteé. Estuvimos muchos años haciendo la película. Llegó un momento en que estaba aburrido y tenía la fantasía de convertirlo en dos películas. No llegué a hacerlo. Pensaba que, rodando un porcentaje más pequeño, obtendría una segunda película. Pero, al final, solo lo hice con el audio y con los cambios de montaje. Hay cambios que son de audio, otros que son cambios de la significación por el contexto y otros que son Kuleshov. Esto que decía el ruso Kuleshov que, cuando cambias un plano y contraplano, el personaje puede sentir y pensar cosas diferentes. Esto hace que la película cambie por completo al final y todo su recorrido previo”.
Pero se sigue sin saber si el chico es realmente el hijo de aquella familia…
“Yo creo que sí se sabe. Para nosotros (la película está codirigida con su compañera Isa Campo), tiene un final absolutamente unívoco: sí que es el hijo. Es la historia de un chaval que sufría maltratos, él y su madre, y que la única forma que tuvo de soportar este trauma fue acabar matando a su padre. Es muy habitual que la gente que ha sufrido maltratos tenga un síndrome de estrés post-traumático. Y la amnesia es consecuencia de los maltratos y de este momento traumático de matar a su padre. La película tiene un punto de tragedia griega, un poco edípica. Es alguien que acaba matando a su padre, no lo sabe y vuelve a su pueblo. Para nosotros es unívoco porque la pista son las quemadas que tiene en la espalda, las mismas y en el mismo lugar que su madre”.
¿Lo teníais claro cuando estabais haciendo la película o fue a medida que ibais trabajando?
“No, toda la película está escrita en función de este final. Recuerdo que Fran Araújo, que es el tercer guionista, siempre decía que tenía que ser un final sorprendente pero inevitable. Si vuelves a ver la película, todo conduce a este final forzosamente. Hay una serie de cosas que es imposible que este chaval haga si no es él mismo. Lo que pasa es que no sabe que es él. Cree que está haciendo de impostor, está fingiendo ser alguien que cree que no es. Pero resulta que sí que lo es. Es una película de impostor, sin impostor”.
Soleá/Después de las armas
En el séptimo y último capítulo contrastas dos proyectos nuevos: Soleá, siguiendo a Rafael Nadal y de quien ya has hecho unos anuncios, y Después de las armas, sobre un ex miembro de ETA. ¿Qué quieres hacer de estos dos trabajos?
“Después de las armas, todavía no se ha visto. Hace nueve o diez años, que estoy filmando un documental sobre el cambio en la sociedad vasca. Comenzando antes de que ETA anunciara que dejaba las armas. Yo nací en Girona, pero toda mi familia es vasca. Soy el típico que tiene ocho apellidos vascos y a quien, desde pequeño, le enseñaban una especie de ritual nacional-socialista. Mis apellidos son… (y los recita tan de carrerilla que es imposible reproducirlos aquí). Hace diez años, empecé a filmar una serie de momentos que me parecían importantes como retrato del país. En concreto, grabé el día en que ETA dejó las armas. Lo hice en la redacción de ‘Berria’ y en la de ‘El mundo’. En el caso de ‘Berria’ al director Martxelo Otamendi, a quien años atrás le habían cerrado el diario y le habían torturado. En la redacción de ‘El mundo’ en el País Vasco, a su director a quien habían intentado asesinar. A lo largo de estos años, he acumulado mucho material. Y todavía no he acabado. En principio, la idea es filmar un poco más el año que viene y poder cerrar este período”.
Y con las imágenes de Nadal, ¿harás alguna cosa más?
“Con Nadal he hecho unas campañas de publicidad, pero siempre he imaginado que con este material sacado de contexto, con otra duración, se podría hacer una película que fuera un retrato de la soledad del deportista de élite. Y pensaba en este caso en una película de Philippe Garrel de los años setenta ‘Les hauts solitudes’ que me entusiasmó cuando la vi.
Las imágenes eco
Una vez acabado el recorrido de esta primera videoinstalación con siete capítulos, se accede a la segunda Las imágenes eco con fotos y grabaciones proyectadas sobre las paredes de Catar, Cuba, México, Sudáfrica y Rusia. ¿Por qué estos lugares y cuál es el nexo?
“Cuando en el Pompidou me hicieron la pregunta de ‘Où en êtes-vous, Isaki Lacuesta?’ para que hiciera un cortometraje de quince minutos, decidí responder de forma literal. Con viajes concretos. Y de forma metafórica: diciendo que el cine siempre permite estar en dos lugares y en dos tiempos a la vez. Esto que pasa de forma tan natural, cuando te sientas en el sofá de casa o en una sala de cine. Estás en casa, o en tu ciudad, y al mismo tiempo estás en Colorado, o en el planeta Marte, o en África. Son una serie de viajes que he hecho a lo largo de los años, durante los cuales filmo cosas que me hacen pensar en otro lugar donde no he estado nunca. Transmito imágenes de lugares donde sí que he estado para intentar abocar e invocar espacios donde no he estado nunca como, por ejemplo, en los países de origen de los obreros que están en Catar a partir de sus rostros mientras trabajan. Filmo chavales en Johannesburgo con unas imágenes de adolescentes, que parecen sacadas del Harlem o el Bronx de los años cincuenta, sesenta o setenta. Siempre que las enseño a mis amigos piensan que son imágenes de archivo que he comprado y les cuesta creer que las he granado solo hace cuatro días. Son imágenes que me permiten pensar que estos jóvenes, cuando se visten como en los años cincuenta o como en los años ochenta, están viviendo todas las décadas que sus padres y abuelos no pudieron vivir por el apartheid. En San Petersburgo, hice un viaje persiguiendo a la gente que celebra la manifestación del Uno de Mayo e intento pensar si estos cuerpos del presente que acaban bañándose en el río pueden llevar a la revolución o esto es imposible. Hasta qué punto unas imágenes fantasmagóricas del presente pueden ser médiums para repensar el pasado o no”.
Finalmente, habiendo ganado tu segunda Concha de Oro con Entre dos aguas y con esta retrospectiva en el Pompidou en que además se ha subtitulado en francés toda tu filmografía, crees que se podrán ver tus películas en salas comerciales en Francia?
“¡Ojalá! Es parte de la fantasía y del sueño y la aspiración de esta retrospectiva. A mí, me gustaría mucho que sirviera para poder estrenar las películas en Francia, para poder llegar a un público a quien no he llegado nunca. Y, por qué no, para que compañeros y amigos míos y espectadores en Cataluña y España conozcan cosas mías que desconocen. El otro día envié el programa a un amigo que sigue muy de cerca mi cine y me dijo: ¡caray! ¡Hay un montón de cortometrajes y películas que no he visto nunca!”.
¿No tienes aun, sin embargo, comprador en Francia?
“En Francia, no. ¡A ver si sale a partir de este monográfico en el Pompidou!”.
Apéndice
Les imatges eco. Exposición de Isaki Lacuesta en el Centre d’Art Contemporani de Girona Bòlit (25 de enero-28 de abril), con las dos videoinstalaciones del Centro Pompidou y la inédita La tercera cara de la Lluna creada especialmente para la Capella de Sant Nicolau en colaboración con el escultor gerundense Pep Admetlla y que se acompaña del vídeo-poema Lunaby dedicado a su hija. En mayo, estas videoinstalaciones se trasladarán al Centre d’Arts Santa Mònica de Barcelona.
Isaki vs. Lacuesta, ciclo en la Filmoteca de Catalunya en Barcelona con la mayoría de sus películas (10 de enero-14 de febrero)
Le cinéma d’Isaki Lacuesta, libro coordinado por Brice Castanon-Akrami y Sergi Ramos Alquezar (Mare & Martin/Centre Pompidou-2018), con introducción y entrevistas de los coordinadores y Sofia Kerfa y textos de Enrique Vila-Matas, Jean-Paul Aubert, Àngel Quintana, Anaïs Marshall/Frédéric Alexandre, Jean-Michel Frodon, Frédéric Maire, Pascale Thibaudeau, Josetxo Cerdán/Miguel Fernández Labayen, Marta Álvarez/Villarmea Álvarez y Julie Amiot-Guillouet.
Películas y tráilers de Isaki Lacuesta (La Termita Films/Vimeo)
Artículo sobre Naomi Kawase y su relación con Isaki Lacuesta en parisbcn
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