VICENÇ BATALLA. La activista por los derechos humanos en México Miriam Rodríguez fue asesinada el 10 de mayo de 2017 delante de su casa, en San Fernando, en el Estado de Tamaulipas. La realizadora rumano-belga Teodora Ana Mihai (Bucarest, 1981) y el novelista mexicano Habacuc Antonio De Rosario (Reynosa, 1981) habían empezado en 2015 un proyecto de documental que se convirtió en ficción sobre la violencia en el norte del país, junto a la frontera tejana de Estados Unidos. Y Miriam Rodríguez, que entre 2012 y 2014 estuvo buscando el cuerpo de su hija secuestrada hasta que encontró restos suyos, era el personaje en el que se iba a basar La civil. Tras el trágico suceso, Mihai y De Rosario aún tuvieron una mayor motivación para llevar a cabo el largometraje. Y, para ello, lograron convencer para el papel a la bregada actriz Arcelia Ramírez. El equipo completo consiguió presentar la cinta, rodada entre noviembre y diciembre del año pasado en medio de la pandemia, en la sección Un Certain Regard del pasado Festival de Cannes y obtuvo el meritorio Premio a la Audacia.
Curiosamente, otro largometraje que también trata de la violencia en México, Noche de fuego de Tatiana Huezo (situado en Sierra Gorda, en Querétaro, y que no pudimos ver), se llevó una Mención Especial en la misma sección Un Certain Regard. Ambas directoras provienen del documental, pero en este ocasión han preferido utilizar la ficción para tratar de temas tan espinosos como este que necesitan de una cierta distancia (recordamos el reportaje fotográfico de Alfredo Bosco en el Estado de Guerrero, presentado en el último Visa pour l’Image). En el caso de Mihai, que nació en Bucarest pero se crió en Bélgica y estudió cine en Estados Unidos, ha contado con la productora flamenca Menuetto Film (Girl, Lukas Dhont), pero también con financiación de los hermanos belgas Dardenne, el rumano Cristian Mungiu y el mexicano Michel Franco. Antes de conocerse los premios, mantuvimos una calurosa conversación con Mihai (que domina también el castellano) y su coguionista De Rosario desde una de las terrazas del Palacio de Festivales de Cannes, tan alejado de la historia que se cuenta en la película.
Cómo surgió el interés por contar una historia como esta y cómo empezasteis a crear el rompecabezas de la trama?
Teodora Ana Mihai: “De entrada, Habacuc hizo un gran trabajo, porque se trata de un tema muy complejo. Éramos conscientes de ello, y había que matizar las cosas. Había que trabajarlo para que no se volviera una caricatura. Tenía que tener matices, y esa sensibilidad importante para mí como directora. También es parte de mi estilo”.
¿Cómo llegasteis a conoceros?
Habacuc Antonio De Rosario: “Nos conocimos en Bélgica. Yo estudiaba una maestría en Amberes, y allí nos encontramos. Ella estaba en 2014 desarrollando su documental (‘Waiting for August’, sobre la infancia en su país de origen) en Rumanía. Y allí empezó a surgir la idea de ir a México para documentar algo en la frontera. Logramos encauzarnos hacia la investigación, y el viaje comenzó… Llegamos al norte de México, en la frontera con Texas. De allí soy yo. Empezamos a investigar en mi ciudad, en Reynosa (Estado de Tamaulipas). Aunque sí, yo nací en la parte estadounidense de McAllen. Allí, en la frontera, vivimos con un pie en un lado y un pie en el otro”.
Del documental a la ficción
¿Y habías escrito antes ficción o ensayo?
Habacuc: “Habitualmente, ficción”.
Teodora: “Pero también tienes ensayos”.
Habacuc: “Sí, tengo ensayos. Pero, normalmente, siempre termino novelizándolos… Y, así, iniciamos la investigación en Reynosa. Y, de allí, la historia nos fue llevando a San Fernando, más al sur, con comentarios de los testimonios que recibíamos. Encontramos muchas historias”.
Teodora: “Demasiadas historias, desafortunadamente. Era impresionante. Cuando comenzamos la investigación, yo quería hacer un documental desde el punto de vista de los adolescentes. Y empezamos en escuelas, hablando con los niños. En Tamaulipas, y luego también en el Estado vecino de Nuevo León. Nos impresionó el gran número de ellos que tenían contacto con la violencia porque les había afectado a los papás, a los abuelos, a los tíos… era una locura. Les preguntábamos a los niños que querían ser de mayores, y nos respondían que narcos. Como si fuera lo mismo que ser policía. Les atrae, y especialmente si naces en una región o en una situación que no es privilegiada. El peligro es real”.
Quizás esto ha condicionado que no hayáis hecho un documental, sino una película de ficción. Porque incluso hay peligro a la hora de rodar…
Habacuc: “Lo intentamos. Como dice Teodora, empezamos buscando huérfanos. Y terminamos encontrando a una madre, buscando a su hija. Cuando comenzamos a seguirla para documentarla, muy rápido nos dimos cuenta de que había una censura ya inherente. No solo la que es obvia, sino por parte de personas fueran de instituciones o civiles que actuaban delante de la cámara de una forma y, tras las bambalinas, nos decían las cosas más reales. Y era eso otro lo que queríamos documentar”.
Teodora: “Y, a veces, también hubo autocensura porque tampoco queríamos poner en riesgo a las personas que nos confiaban su historia”.
El hecho de conocer la historia de Miriam Rodríguez, a quien desgraciadamente también asesinaron, fue quizás el punto de enclave. ¿cuándo se produjo la idea de pasar del documental a la ficción, antes o después de conocer a Miriam?
Habacuc: “Primero fue su testimonio, y el intento de documentarla. Fuimos con todo el equipo y lo intentamos. Pero, muy rápidamente, nos dimos cuenta de que no se iba a poder hacer. Lo hablamos con ella, y estuvo de acuerdo. Incluso estaba dispuesta a colaborar en la ficción”.
Teodora: “Yo seguí en contacto con ella durante algo más de un año, antes de que pasara lo que pasó. La mataron el día de la Madre en México, que es el 10 de mayo, en 2017. Hasta ese momento, estuvimos en contacto a pesar de que ya no trabajábamos el tema como documental. Ya estábamos desarrollando la ficción, y buscábamos fondos para poder realizar la película”.
¿Teníais una motivación suplementaria para hacerla después de este trágico suceso?
Teodora: “Sí, era importantísimo lograrlo. Finalmente, darle voz. Uno de los principales motivos de Miriam para acercarse a nosotros y compartir su historia, yo como directora y Habacuc como escritor, era que podíamos lograr una plataforma internacional para su caso. Para ella, era fundamental para que las cosas pudieran quizás dirigirse a un punto de mejora. No digo que, haciendo una película, va a cambiar el mundo pero cada uno pone su granito de arena, contribuye a su manera”.
¿Y no tuvisteis la impresión de que esto, a veces, os rebasaba un poco? ¿El proyecto no era muy ambicioso, con toda esta gente que sufre la violencia?
Teodora: “Fue pesadísimo. En varios momentos, al menos yo, sentí que no sabía si podría cargar con todo ese peso. Porque necesitas empatía para poder hacer un buen trabajo, que tenga significado”.
La actriz Arcelia Ramírez, en el papel protagonista
No habíais hecho ficción, como directora, ni cine, como escritor. ¿Fue fácil encontrar a la actriz Arcelia Ramírez para encarnar a Miriam Rodríguez?
Habacuc: “Respondiendo en términos de narrativa, fue muy difícil de entrada estar allí para apoyar y platicar con este colectivo de familias que tenían a alguien desaparecido. Pero también porque, al final, habíamos recogido muchos hechos, historias, documentos de denuncias de archivos de distintas personas. Y, cada uno, poseía un elemento que se podía ficcionalizar. Muy pronto, nos dimos cuenta de que había que saber quién era nuestro protagonista y, habiendo escogido el caso de Miriam, qué se iba a contar de toda su historia. Empezando ya por el propio nombre: dejar de llamarla Miriam y empezar a llamarla Cielo. Era muy complicado, porque estábamos muy avanzados en el guión. Ya promocionábamos la película para conseguir financiación, y seguíamos llamándola Miriam”.
Teodora: “Y cuando se volvió ficción, con un personaje tan impactante, yo sabía que necesitábamos una gran actriz. Con mucha disciplina y mucho talento, que pudiera dar vida a ese personaje. A Arcelia la tenía en el radar desde la película ‘Como agua para chocolate’ (1992). Fue la primera película mexicana que vi, y me encantó. A pesar de que en esta película no tiene el papel protagonista, se me había quedado en la cabeza. Y, mientras buscaba a otras actrices para el personaje, su nombre seguía apareciendo en mi entorno. Me volví a acordar de ella, conseguí su contacto y le mandé el guión. Lo leyó en pocos días, y su reacción fue muy linda. Le gustó mucho, y nos dijo que quería dar vida a ese personaje”.
¿Le debía de dar mucho respeto hacer un papel como este, en todo caso?
Teodora: “Es un papel muy retador, para una actriz. Pero espero, y ojalá, que se quede. Me gustaría pensar que sí, que es un personaje memorable”.
Y, luego, cuando ya lo teníais todo preparado, llegó la Covid. Llega la pandemia y no sabéis si vais a poder rodar la película y cuándo. Ibais a rodar en sitios que no son fáciles, y con poco tiempo. Lo hicisteis finalmente entre noviembre y diciembre del año pasado…
Habacuc: “Arcelia seguía muy interesada y entusiasta con el proyecto. Y no sabíamos si la película se iba a filmar o no, no sabíamos que íbamos a hacer. Había mucha incertidumbre, no solo para nosotros sino también para los mismos productores. Y Arcelia estaba ahí, detrás nuestro. Esto fue también un pilar para Teodora, siendo este su primer largometraje de ficción”.
Teodora: “Arcelia estaba muy emocionada por lograr hacer la película, por llevarla hasta el final”.
Hay una pregunta delicada sobre el estado de derecho en México. Es el caso cuando ves, en la película, que los militares eliminan directamente a los sospechosos que supongo que habéis sacado de testimonios, cuando ves que las víctimas pueden llegar a ser verdugos. Este es un tema de reflexión en vuestra obra…
Habacuc: “Podría darte una respuesta muy diplomática. Pero Borges decía que él escribía ficción para distraer o conmover. Desde el principio, cuando estábamos escribiendo el guión, dijimos que a nosotros no nos interesaba hacer política, no nos interesaba inscribirnos en el debate político. Y esta película tampoco era para distraer. Nosotros vamos para conmover. Esa fue nuestra intención desde el principio. Y es lo que buscábamos con el equipo, con la actriz, con el guión. Entendemos que es una historia muy común, que está en los periódicos. Pero nosotros queríamos encontrar la manera de conmover al público a pesar de todo”.
* Todas las crónicas del Festival de Cannes 2021
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