Pablo Gisbert / El Conde de Torrefiel: “La naturaleza devuelve de forma turbulenta lo que recibe”

MARTA MONTALBÁN | El monolito que habla en nombre de la naturaleza en lengua alienígena de El Conde de Torrefiel en los parajes de Pujaut, al Festival de Aviñón en julio pasado, dentro de la obra colectiva <em>Paisajes compartidos</em>
MARTA MONTALBÁN | El monolito que habla en nombre de la naturaleza en lengua alienígena de El Conde de Torrefiel en los parajes de Pujaut, al Festival de Aviñón en julio pasado, dentro de la obra colectiva Paisajes compartidos

VICENÇ BATALLA. En su cuestionamiento de la sociedad y de su práctica artística, la pareja valenciana con eje en Barcelona El Conde de Torrefiel (Pablo Gisbert / Tanya Beyaler) exploran durante un mes las implicaciones sonoras de su trabajo como residentes en la parisina La Maison des Métallos. Esta antigua sede del sindicato del metal de la CGT, y que había sido una fábrica de instrumentos de música, les sirve a la heterodoxa pareja para imaginar su Manifiesto Sonoro (7-31 de octubre), que se despliega en instalaciones, performances con interacción del público, invitación a otros artistas y autores, un paseo inmersivo por el cementerio del Père-Lachaise y, como síntesis, un gran sound-system para hacer de las ondas y las frecuencias un cuerpo intangible y en movimiento.

Esta es su apuesta de largo recorrido dentro del Festival de Otoño de París, que abrieron del 7 al 9 de septiembre en un paraje del bosque de Vincennes, con su adaptación de Ultraficción nr. 1, ensayo preparatorio de su última pieza oficial Una imagen interior. Y con el prisma de inscribir sus propuestas de reflexión sobre la evolución humana y la tecnología en plena naturaleza. En este contexto, también forman parte de la obra colectiva itinerante Paisajes compartidos, dirigida por los suizos Caroline Barneaud y Stefan Kaegi, y en la que colocan una alargada pantalla horizontal en medio de un prado a modo de monolito caído del cielo al anochecer con un texto y una voz alienígena en que la naturaleza se dirige a nosotros como un espejo de nuestras pesadillas. Así lo vivimos en julio pasado entre viñedos del pueblo de Pujaut, dentro del Festival de Aviñón. Y allí pudimos hablar con una de las almas de El Conde Torrrefiel, Pablo Gisbert, aún bajo los efectos de este exorcismo de cables y polvo.

En Una imagen interior inventabais una nueva naturaleza, y aquí lo que habéis tenido que hacer es plantearlo en medio de la naturaleza. ¿Cómo ha sido este proceso en un espacio que no es un teatro?

“El teatro nace en medio de la naturaleza. Si pensamos en Sófocles, Esquilo y Eurípides son espectáculos, coreografías, ideas, tragedias en medio de la naturaleza. Y en un contexto paisajístico en que se empieza a hablar de las personas, de quiénes somos. En este sentido, las siete horas de ‘Paisajes compartidos’ suponen un recorrido por un paisaje atravesado por la visión de siete artistas o binomios de artistas. En el caso de El Conde de Torrefiel, somos los últimos, o casi, y hemos querido distanciarnos de lo humano y tomar el punto de vista de la naturaleza. Después de siete horas atravesando montañas, árboles, prados, colinas y en un viaje precioso del calor de las cuatro de la tarde al frío de las diez de la noche. Y, cuando cae la noche, que es el momento en que llega el sueño y se diluyen las barreras, es cuando esta naturaleza aparece de forma abstracta y el paisaje efectúa su monólogo”.

CHRISTOPHE RAYNAUD DE LAGE | La parte escenificada por la francesa Émile Rousset en las viñas de Pujaut, dentro de <em>Paisajes compartidos</em> en el pasado Festival de Aviñón, sobre la agricultura que no es intensiva y con productores locales que hacen de actores improvisados
CHRISTOPHE RAYNAUD DE LAGE | La parte escenificada por la francesa Émile Rousset en las viñas de Pujaut, dentro de Paisajes compartidos en el pasado Festival de Aviñón, sobre la agricultura que no es intensiva y con productores locales que hacen de actores improvisados

¿Sería un colofón un poco apocalíptico de Una imagen interior, del momento que está viviendo nuestra sociedad?

“Sí, el texto es duro. El texto es duro como lo son los tiempos actuales. En mi caso, este texto es una turbulencia por reproche, por contestación a lo que le estamos haciendo a la naturaleza. No es un texto ecológico, es un texto poético. Es un texto abstracto, imaginativo, donde hay que hacer el esfuerzo de sentir que la naturaleza te está hablando. Y no es nada que no se sepa. Es la misma naturaleza devolviendo de forma turbulenta todo lo que ella recibe”.

Pero utilizáis la tecnología para dar este punto de vista sobre la naturaleza. ¿Es un contrasentido o forma parte de vuestra investigación?

“La tecnología es naturaleza. Todo es naturaleza: el avión es naturaleza, el dinero es naturaleza, internet es naturaleza. Lo natural no es un campo, un verde, es la potencia de la vida llevada en progreso. El progreso sí que está excesivamente acelerado, y eso considero que es peligroso. Pero la pantalla led, los ‘subwoofers’ y los ordenadores son naturaleza”.

Paisajes compartidos se presentó en junio en un bosque en Lausana. Ahora, estáis en las afueras de Aviñón. A diferencia de algunas de las otras seis propuestas, ¿en vuestro caso no tenéis que adaptar la obra al espacio, excepto la lengua?

“La lengua cambia según el país. La próxima parada es Berlín (estuvieron entre finales de agosto y principios de septiembre) y será en alemán. Los primeros dos minutos, las primeras diez frases, sí que se adapta al lugar concreto que el público está viendo. En Lausana, en Suiza, el bosque es diferente al mediterráneo, como el de Aviñón. Y Suiza es mucho más húmeda que el sur de Francia”.

¿Ya está decidido el espacio natural dónde se va a desarrollar Paisajes compartidos en el festival Temporada Alta 2024, de Girona?

“Todavía no. Depende mucho de los permisos. Paradójicamente y aunque considero que la teatralidad debería salir fuera, hay dificultades para generar eventos, reuniones, actos artísticos fuera de las salas. No es fácil conseguir permisos para estos actos artísticos. Se sigue buscando cuál será el bosque en Girona… Pero aprovechando la falta de lluvia, se hará al inicio del festival, en septiembre. Porque estar siete horas con la amenaza de lluvia y el frío en octubre, noviembre o diciembre, sería un fracaso de público. Cuando lo pusimos en marcha en Lausana fue en mayo y junio. En Aviñón es en julio, y no peligra por la lluvia”.

Manifiesto sonoro en el Festival de Otoño

MARIO ZAMORA | Tanya Beyaler y Pablo Gisbert, El Conde de Torrefiel, demiurgos de otros mundos teatrales
MARIO ZAMORA | Tanya Beyaler y Pablo Gisbert, El Conde de Torrefiel, demiurgos de otros mundos teatrales

¿En qué consiste Ultraficción nr. 1, obra con la que abrís a principios de septiembre el Festival de Otoño 2023 de París?

“Iniciamos el Festival de Otoño de París con un espectáculo abierto donde el público, en un bosque, asiste a una obra de teatro atravesada por elementos de performance. Hay unas ovejas, hay coches, suceden actos que rompen la realidad y la ficción. Es una invocación muy teatral porque se diluye lo que pasa, qué está pactado, qué está coreografiado y qué no. Este es uno de los cinco experimentos que hicimos antes de crear ‘Una imagen interior’, que se estrenó el año pasado en el festival Wiener Festwochen de Viena (mayo 2022). Tanya y yo, antes de estrenar una pieza hacemos estas pequeñas pruebas, piezas experimentales con muy poco dinero pero buscando un gran resultado. Hicimos cinco. La primera, ‘Ultraficción nº 1’, fue un éxito en el festival Santarcangelo de Italia (Rimini; julio 2020), que para mí es uno de los mejores festivales, curado por la compañía Motus. Ese primer capítulo ya se ha llevado también a Eslovenia, a Viena y se está pensando en España… En París, se tenía que hacer cerca de La Cartoucherie de Ariadne Mnouchkine, en el bosque de Vincennes, pero la autoridad no lo ha permitido. Y estamos buscando otro emplazamiento (finalmente fue en la Pelouse de Reuilly, también en el bosque de Vincennes)… Siempre hay problemas por temas de seguridad, todo lo que implica convocar a 300 personas en un sitio así”.

Porque aquí existe la complejidad de los espectáculos en plena naturaleza. Hablamos de cómo el ser humano afecta a la naturaleza, pero al mismo tiempo hay que tomar todas las medidas necesarias para que no haya un impacto ambiental…

“Cuando hablamos de que el hombre impacta en la naturaleza, se está afectando a sí mismo. La naturaleza es bastante más gigantesca que la persona y, cuando se daña a la naturaleza, se daña a él mismo. Pero entiendo que se deben tomar las medidas de seguridad para que los espectáculos se puedan desarrollar en las mejores condiciones”.

Luego, dentro también del Festival de Otoño, durante todo el mes de octubre tenéis una residencia en la Maison des Métallos de París, que la llamáis Manifiesto sonoro. ¿Puedes avanzar lo que va a ser?

“El Festival de Otoño de París nos invita a estar un mes en la Maison des Métallos en residencia y mostrando obras. Por primera vez, vamos a mostrar en París ‘GUERRILLA’, que es la pieza de El Conde de Torrefiel que más me gusta. Para mí, es un clímax en nuestros doce años de trabajo. Es una pieza antigua de 2016, pero a causa de la pandemia tuvo muchas cancelaciones porque cuenta con ochenta personas en el escenario. Como no podíamos estar juntos y bailar en los escenarios, se canceló. En La Maison de Métallos, empezamos con ‘GUERRILLA’, y cada semana haremos actividades. Queremos que intervengan artistas con un ‘sound-system’ de trece metros que estamos creando, lo que se utiliza en las ‘rave-partys’. Tengo un amigo que tiene un gigantesco ‘sound-system’ y nosotros, que utilizamos la palabra, la literatura y el pensamiento, queremos apartarlo y hacer que el cuerpo sienta el sonido. Porque se crean espacios sin barreras. Se crean contextos no definidos. Se cambia el sistema emocional de la persona, sin estar dentro de una habitación o de un contexto cerrado. Todo el mes, haremos actos a partir del sonido de este ‘sound-system’, a partir del ruido, de la nota, de la música”.

Viajando con vuestras obras tanto por Europa, ¿es posible que encuentres a faltar actuar más en casa?

“Las piezas, como español que soy, las creo a partir de un contexto muy español, un nervio español, una necesidad de escritura y teniendo siempre en cuenta mis referentes. Y, por el dominio de la lengua castellana, son referentes españoles. Como pueden ser Lorca, Sara Mesa… Siempre se escribe en un contexto, aunque después obviamente las piezas sean internacionales. No creo yo que Shakespeare, en su día, pensara que sus piezas se harían en Tokio. No pienso que yo que Shakespeare, en su día escribiendo en Londres, pensara que en el siglo XXI se estarían haciendo en Venezuela o Estados Unidos. Uno crea las piezas desde el contexto más terrenal”.

¿También Tanya?

“Tanya es una persona que tiene raíces españolas, pero es nacida en Suiza. Con veinte años, volvió a España y está muy contenta. Y también crea las piezas desde donde vivimos ahora, que es en Alicante, en Ontinyent, el pueblo donde yo nací”.

Manifiesto sonoro (7-31 de octubre), Maison des Métallos, París

Si pudiera arrancarme la piel y enseñarte lo que hay debajo, sería algo parecido a lo que estás viendo (instalación de Mireia Donat; 6-31 de octubre)

Cuerpos celestes (audio-visita por el cementerio del Père Lachaise; 7-31 de octubre)

Guerrilla (pieza de teatro con voluntarios; 12-15 de octubre)

Un lugar sin límites (instalación sonora en evolución; 17-28 de octubre)

Se respira en el jardín como en un bosque (obra inmersiva individual; 18-25 de octubre)

Escuchar al médium (recitales literarios a cargo de autores, 18-25 de octubre)

Fábrica de sonido (taller para niños 8-10 años, 24 de octubre)

Fuego (improvisación de un artista sonoro; 28 de octubre)

 

Paisajes compartidos (obra colectiva itinerante, dirigida por Caroline Barneaud y Stefan Kaegi): Stefan Kaegi (Rimini Protokoll), Chiara Bersani / Marco D’Agostin, Sofia Dias / Vítor Roriz, Begüm Erciyas / Daniel Kötter, Ari Benjamin Meyers, El Conde de Torrefiel, Émilie Rousset

 

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