VICENÇ BATALLA. Puede que no sea la cara más visible del Instituto Lumière y del Festival Lumière, pero es la directora de la programación de esta cita ineludible para los amantes del cine cada mes de octubre en Lyon. En esta labor más minuciosa de desenterrar las perlas que guardan con esmero las filmotecas del mundo y, al mismo tiempo, animarlas a restaurar esas películas y darles una segunda vida, Maelle Arnaud se ha convertido en una figura clave para entender la evolución del circuito del cine clásico, que ya no se sitúa en el pasado sino que lo mira con un ojo actual, con todos sus descubrimientos y nuevas lecturas.
Desde la calle del Primer Film, donde todo empezó, y siguiendo los pasos del ex presidente Bertrand Tavernier y del director Thierry Frémaux, Arnaud nos contó en el primer día del pasado Festival Lumière (15-23 de octubre) cuál era el programa de esta decimoquinta edición, con Tim Burton como Premio Lumière 2022, y todos los intercambios que se construyen en este planeta cinéfilo de espectadores y profesionales. Hablamos del cambio de hábitos del público, de las salas, del patrimonio, de las cinematografías lejanas, del cine mudo y la música, del cine español de los años treinta, de las nuevas películas y documentales y del legado de toda esta historia.
Las entradas de cine en los últimos meses no han sido buenas en Francia. La covid y las plataformas tienen que ver con ello, y el público de mayor edad ha cambiado sus hábitos respecto al cine de autor. En cambio, aquí, en el Festival Lumière, todo está agotado. ¿No es una paradoja?
“Inauguramos el festival habiendo vendido más entradas, antes de su inicio, que en todas sus catorce ediciones anteriores. Así que, sí, aquí da la impresión de que no hay un problema con el cine y con la asistencia a las salas. Pero no nos engañamos. La gente viene y disfruta yendo al cine, sin embargo ahora parece que se dirigen hacia los eventos. Cuando las proyecciones se convierten en acontecimientos, funciona. La cuestión es cómo recuperar el gusto por esta experiencia cinematográfica en la vida cotidiana. Tenemos que valorar positivamente el hecho de que la gente siga queriendo ir al cine. Es el hábito diario lo que está en cuestión y ver cómo cada uno, exhibidores, directores de salas, son capaces de acostumbrar de nuevo al público, de volver a fidelizarlo diariamente”.
¿También habéis notado una menor asistencia en el Instituto Lumière antes del festival?
“Sí, pero mucho menos que las cifras nacionales. Por eso, es importante la cuestión de la fidelización del público. Somos una filmoteca, y no se trata del mismo trabajo con el público que en un cine comercial. El tema es que los cines comerciales no pueden seguir pensando en los buenos tiempos en que una película se proyectaba, con prensa y comunicación, y la gente iba. Ese automatismo ha quedado un poco atrás. Pero no hay razón para que el público siga yendo a las filmotecas y no a los cines comerciales.
Los dos ejes de reflexión son, por un lado, la oferta: en una filmoteca, seguimos ayudando a la gente a descubrir películas, mientras que, en los cines comerciales, depende de las películas que se estrenan. Así que podemos preguntarnos si las películas que se estrenan siguen correspondiendo al público y a sus expectativas, a sus deseos. Vemos que todavía hay películas que generan muchas entradas. Es la tipología de las películas la que quizás deba ser revisada y repensada. Y también está el tema de la relación con el público, que los exhibidores pueden y deben trabajar de forma diferente. No voy a decir que todos seamos analizados con bases de datos, en ficheros, pero al menos hay que conseguir que el público se apegue a una sala de cine, con la recepción y el acompañamiento de las proyecciones, de la programación. Esta es una de las claves. Y vemos que las recientes películas ‘Elvis’, ‘Top Gun: Maverick’ o ‘En corps’ (‘Un paso adelante’, Cédric Klaplisch) han hecho muchas entradas en Francia. Así que todavía es posible. La gente sigue teniendo ganas, pero no como antes. Ahora nos toca a los profesionales pensar en cómo podemos cambiar porque el público ha cambiado”.
Tim Burton, el símbolo
Cuando se elige a Tim Burton como Premio Lumière 2022, se recuerda los buenos tiempos en los que había una convergencia del cine americano, aunque de autor, con el cine de autor europeo. En este caso, hay un consenso, Tim Burton reúne a todo el mundo.
“Cuando se mira la filmografía de Tim Burton, no ha parado de tener grandes éxitos en las salas de cine. ¡Es bastante sorprendente tal éxito en la taquilla! Sentimos un efecto increíble cuando anunciamos su nombre este año, porque todo el mundo lo conoce. Hay diferentes tipos de cineastas que pueden recibir el Premio Lumière, algunos serán más minoritarios, más para los cinéfilos, y luego habrá otros que sean más gran público, pero Tim Burton es el cineasta que los reúne a todos. Llega a un público muy amplio siendo un hiper-autor. ¡Tiene un mundo tan propio! ¡Un universo tan suyo, tan singular! Es realmente el cineasta absoluto”.
El cineasta que simboliza una garantía de futuro para los jóvenes espectadores…
“Creo que, en el futuro, habrá un lugar para las películas pequeñas y algo minoritarias, porque hay un público para ellas. La cuestión es saber cuál será la proporción en las películas que se estrenen. Francia es un país en el que se estrena un enorme número de películas, que producimos gracias a un increíble sistema de financiación del cine. Pero está claro que, ahora, en la tipología de las películas hay un equilibrio a repensar. Porque, sí, necesitamos locomotoras. Tim Burton es un poco el ideal. Pero una película pequeña, más minoritaria, dirigida a un público más reducido, también tiene su lugar en la programación de un cine de arte y ensayo. Necesitamos diversidad cultural. Esta proporción debe cuestionarse. En Francia, es una cuestión crucial”.
A la hora de programar el Festival Lumière, ¿cómo te imaginas a este público, cómo eliges aunque sea un trabajo en equipo? Sabiendo que hay un legado de Bertrand Tavernier y la dirección de Thierry Frémaux.
“Precisamente, diciendo que queremos dirigirnos al mayor número de público posible y teniendo en cuenta que hay todo tipo de amantes del cine. La historia del cine se ha construido sabiendo que el público es muy variado. No hay un único público. Nos gusta decirnos a nosotros mismos que esta película se proyectará en una sala enorme porque será una proyección muy popular; o que esa otra película, con lo que representa para los cinéfilos, se proyectará en otra sala y a una hora determinada. Estas son las decisiones más emocionantes: una vez establecida la lista de películas, cómo programarlas de forma adaptada.
Por ejemplo, en la sala grande del Instituto Lumière, la sala de prestigio del festival, este año proyectamos tanto ‘Batman’ de Burton como ‘Tana’ (Kristaq Dhamo), que es la primera película de la historia del cine albanés, de 1958. Y también una película muda española ‘La aldea maldita’ (Florián Rey, 1930), que se presenta en cine-concierto. Porque creemos que todo el mundo, esté donde esté, tiene algo que decir sobre la historia del cine. Y, por lo tanto, encontrará un público. Porque hay un público que ama el cine mudo. Uno de nuestros retos es que aquellos a los que les gusta Buster Keaton, que es un público muy amplio, vayan a ver ‘La aldea maldita’. En este caso, ha sido la Filmoteca Española la que nos la ha ofrecido y, como espectadores, creemos que podremos atraer a más gente que a un puñado de cinéfilos. Que esta película merece ser vista y programada en la sala grande. Es una forma de realzarla, de atraer la atención de más espectadores que se pregunten por qué está programada allí. Los años del festival pasan y estos espectadores confían en nosotros volviendo”.
El incentivo para restaurar
Precisamente, porque proyectáis películas que no son fáciles de hallar, ¿cómo os lo arregláis con vuestros fondos y los de los demás? ¿Hay a veces películas que os gustaría proyectar y no podéis, y en otros casos, encontráis cosas que no conocíais en absoluto?
“Hay, por supuesto, cosas que nos gustaría enseñar y que no podemos, ya sea porque los derechos están bloqueados o por cuestiones materiales. Cuando las películas no están restauradas o cuando sólo hay una copia en lo más escondido de Latinoamérica, que debe ser subtitulada y supone gastos importantes… Pero los años pasan y vemos que, cada vez más, se hacen restauraciones. De repente, una retrospectiva y una película que no podíamos proyectar hace cinco años, se ha vuelto a comprar o los titulares de los derechos han lanzado una financiación para restaurarla. Y vemos, en todo el mundo, que la gente está restaurando… En junio, a todas las filmotecas del mundo, a los titulares de derechos, a los productores, a los distribuidores de películas de patrimonio, les pedimos que nos digan qué han restaurado este año y que podría proyectarse en primicia en el Festival Lumière. Les pedimos que hagan propuestas. Y, para esta edición, ¡recibimos 180! Y venían de Moldavia, Eslovaquia, Brasil, Asia, de todas partes… ”.
Después, el problema es elegir…
“Es terrible elegir, porque hay muchas películas buenas. Casi te alegras de encontrar alguna que no sea tan buena. Piensas, bueno, esta quedará fuera, pero es muy complicado. Así alimentamos la selección y la sección ‘Lumière Classics’ (46 películas en 2022). En el caso de la película ‘Tana’, fue la filmoteca albanesa la que nos dijo que acababan de restaurarla y que era magnífica. Para nosotros, es una oportunidad de decir que hay cine en Albania, ¡hablemos de él durante la programación y una de sus proyecciones! Y también para invitar a nuestros colegas de la filmoteca albanesa a venir. Es emocionante porque, año tras año, vemos qué países están restaurando, cuáles están perdiendo financiación, cuáles la recuperan. Por ejemplo, los eslovacos, por haber tenido una película seleccionada en el festival dos años seguidos, me dijeron que gracias a estas presentaciones tienen nueva financiación porque el Estado se dijo que había una actualidad del patrimonio”.
Desde que se inició el festival y se han realizado intercambios con otras filmotecas de todo el mundo, ¿se han movido las cosas? Debe haber mucha más inversión…
“Es una locura. Cuando empezamos, los países más activos eran México, Rumanía en un momento dado, los polacos, que tenían un gran plan para restaurar todo su cine y luego lo interrumpieron antes de terminarlo. Y, hace unos días, nos dijeron que, gracias a la visita el año pasado del director del Instituto de Cine Polaco, que quedó deslumbrado, las cosas han cambiado un poco. Esto significa que el Festival Lumière puede hacer algo grande, ambicioso, popular, erudito, con la historia del cine patrimonial. Toda esta gente que viaja y que viene al festival, se da cuenta de que hay algo por hacer. Es una inversión que merece la pena. Los polacos, por ejemplo, han conseguido dinero para continuar las restauraciones”.
Nueva vida para el cine mudo
Y se da nueva vida a las películas, por ejemplo cuando son mudas acompañándolas con música. Este año, con la proyección en el Auditorio de la copia restaurada de Dans la nuit (1930), de Charles Vanel, con la improvisación en directo del organista Adam Bernadac.
“Tenemos mucho interés en proyectar películas mudas con acompañamiento musical en directo. También celebramos el centenario de ‘Nosferatu’ (1922, F. W. Murnau), con un cine-concierto con la Orquesta de la Ópera de Lyon. ‘Dans la nuit’ es la última película muda francesa y es una restauración del Instituto Lumière. Ya se ha proyectado en varios festivales, en San Francisco, Bolonia, Budapest y San Sebastián, y cada vez con un acompañamiento musical diferente. Incluso para nosotros, que nos sabemos la película de memoria, vemos otras cosas en ella porque el acompañamiento musical aporta toques diferentes cada vez. La visión de los músicos nos lleva a una dirección diferente. Y es realmente genial ver cómo estos músicos pueden apropiarse de una película y hacerla diferente, obviamente, a una proyección muda”.
Con este mismo espíritu, en esta edición se organiza un concierto de homenaje a Tavernier. Es una forma de seguir recordando el legado de Bertrand en esta casa, con la historia popular y la historia más erudita.
“Tavernier representó esto de manera absoluta. Tenía un lado popular y unificador. ¡Era muy querido en Lyon!. Y, al mismo tiempo, tenía ese talento, el de una erudición que sabía transmitir sin crear distancias con su público. Porque, con alguien que es muy erudito, puedes sentirte inferior. Y ese nunca fue el caso con él. Fundó el Instituto Lumière y, como es la historia de esta casa, hemos decidido dedicarle una velada regularmente, con diferentes ejes como el año pasado fue el homenaje tras su desaparición. Este año hemos querido hablar de su amor por el jazz. Formaba parte de la personalidad de Tavernier, y de su erudición, porque era un gran conocedor del jazz, además de todo lo demás. Por eso hemos invitado al Henri Texier Trio. De este modo, cada año, le haremos un guiño”.
La presencia de directores i directoras actuales
No debe ser complicado traer a directores y directoras, a actores y actrices a Lyon. Especialmente durante el festival, tiene que ser un placer para ellos…
“Sí, porque somos la calle del Primer Film. Cuando se ama el cine, cuando se ha dedicado la vida al cine, estar en la calle de la primera película es importante. Ayer llegó el chileno Sebastián Lelio (para presentar su último film ‘The Wonder’), y se mostró muy contento de estar en el festival. No dejaba de preguntarme si había un lugar de esa primera película. Y le dije que sí, que existe ese lugar donde los hermanos Lumière pusieron por primera vez la cámara y rodaron la primera película de la historia del cine (‘La Sortie de l’usine Lumière à Lyon’/‘La salida de la fábrica Lumière en Lyon’, 1895). Y no dejaba de preguntarme si podía ir allí y tocar el lugar. Y eso es lo que es muy fuerte. Además del placer del festival, de disfrutar de esta hermosa ciudad de Lyon, la calle del Primer Film es única. No hay otros lugares de nacimiento para las otras artes”.
En el programa también hay documentales, pero de actualidad.
“La mayoría de ellos se difundirán en las televisiones de Francia, pero los mostramos antes. Y son documentales sobre cine, con el mismo ímpetu. Es la idea de que cuando se ama el cine, se ama su historia. El festival está ahí para celebrar esta historia. Es como en una gran tienda de DVD, te encanta el cine en las salas, pero tener un DVD de una película que te gusta, con sus extras, sabes que puedes volver a verla un domingo lluvioso… Y los documentales forman parte de este placer del descubrimiento”.
Y tenéis preestrenos de nuevas películas. Es una pequeña excepción.
“Es completamente la excepción porque, de las 445 proyecciones este año, hay nueve películas nuevas en preestreno. Esto es muy excepcional. Pero para nosotros es decir que todo está muy conectado. La historia del cine no tiene fin. Todos sabemos, y los historiadores dicen lo mismo, que nos alimentamos del pasado para entender el presente y crear el futuro. Por eso, nos interesa mucho este vínculo con la creación contemporánea. Vemos filiaciones, tradiciones. Enseguida nos dijimos que el cine contemporáneo estaría aquí. Consideramos que la historia no está congelada, es algo que se mueve. Cuando exhumamos a un cineasta desconocido, es también una forma de decir que esta historia se mueve. Pensábamos que lo sabíamos todo sobre el cine japonés de los años cincuenta, y de repente descubrimos a la directora Kinuyo Tanaka”.
Hay una reinterpretación…
“Sí, en cualquier caso, se plantean nuevas preguntas. Nos encanta nuestra sección de ‘Clásicos en Blanco y Negro’ porque son, efectivamente, grandes clásicos. Sabemos que ‘Casablanca’ es un gran clásico, y disfrutamos proyectándola una y otra vez. Y, luego, hay otras cosas: pensamos que no se había prestado suficiente atención a esta otra película o autor de la historia del cine. Venimos a mejorarla. Tal vez sea muy pequeña, secundaria, pero nos parece interesante descubrirlo. Todo se mueve y forma parte del cine que se sigue haciendo. ¡Tenemos un festival de cine por encima de todo! Cine clásico, sí, pero cine”.
Un mercado único en el mundo
Además, celebráis el décimo aniversario del Mercado Internacional de Cine Clásico (MIFC), con la filmografía española como invitada este año.
“Efectivamente, nos dimos cuenta muy pronto de que había un mercado, un negocio que se hacía en torno al cine clásico, con una actualidad. Y que había que estructurarlo. Fue una gran idea porque, para la gente de esta profesión, tener un lugar, un momento para reunirse para hablar de proyectos, es fundamental. Aunque estos intercambios se realicen a lo largo del año, el hecho de tener un momento concreto para reunirse es importante. Cuando hacemos una retrospectiva, pido a los titulares de los derechos que quiero tal o cual película y, a lo mejor, la copia no está en muy buen estado. Al principio, cuando les preguntaba si no querían restaurarla, tenía que convencerles. Les decía que haríamos todo lo posible por la película. Es decir, para mejorarla, para ayudar a venderla. Recuerdo que al principio, cuando conseguía una restauración porque soy muy convincente (risas), les llamaba seis meses después y les preguntaba cómo les había ido. Les preguntaba si no se arrepentían de haber gastado unos cuantos miles de euros. Y me decían que no se arrepentían en absoluto porque, gracias al festival, habían hecho una venta de televisión en Japón o habían vendido los derechos para un lanzamiento en DVD en Inglaterra.
Y desde hace unos años, ni siquiera tengo que convencerlos. Todo el mundo quiere restaurar películas para el festival porque saben la exposición y cómo se las valorará, especialmente a través del mercado. Y si aun así no alcanzan el punto de equilibrio, suelen decir que la inversión a partir del mercado que hay detrás funciona”.
A nivel personal, ¿cuál es tu tesoro oculto del programa de esta edición?
“Me parece que la gente se fija en todo. Veo regularmente todas las sesiones antes de que empiecen. Miro todas las preventas. De esta manera, sé cuáles son un poco frágiles. Y este año, todo el mundo se interesó por todo… Fui muy sensible a este descubrimiento, a esta primera película albanesa, ‘Tana’. Ya es curioso que la primera película albanesa sea de 1958. Dice algo sobre la historia de Europa, de Europa del Este. Es la primera vez que los archivos albaneses acuden al festival. Y, gracias a este descubrimiento, podremos hablar de Albania. Además, es la primera vez que se proyecta una película brasileña restaurada.
Además, como España es el país invitado de honor en el mercado, hemos traído más películas españolas. Hemos programado ‘El verdugo’ (Luis García Berlanga, 1964), ‘La aldea maldita’ en la sección de cine mudo, ‘Condenados a vivir’ (Joaquín Romero Merchant, 1972) en ‘Tesoros y Curiosidades’… Me parece fascinante ver todo el cine polaco, checo, eslovaco y húngaro y preguntarnos qué nos están contando. Francia es producto de esa Europa. Estas películas son, en su mayoría, de los años cincuenta y sesenta, y nos hablan de una Europa que sigue siendo la que estamos construyendo. Sabemos lo frágil que es. Y me parece estupendo que todas estas filmotecas vengan al festival con todas estas películas que vamos a descubrir. ¡No es sólo Tim Burton!”.
Si nous avions su que nous l’aimions tant, nous l’aurions aimé davantage (Si hubiéramos sabido que lo queríamos tanto, lo hubiéramos querido más todavía / Grasset, 2022), libro del director del Instituto Lumière, Thierry Frémaux, sobre la herencia de Bertrand Tavernier
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