VICENÇ BATALLA. En un Festival de Angulema 2019 dominado por los monstruos y todo tipo de criaturas surgidas de la irreverente mente de los autore·a·s de cómic, la norteamericana Emil Ferris se llevó con toda lógica el primer premio de la Fauve d’Or por su inconmensurable Lo que más me gusta son los monstruos (Reservois Books) que ya se ha traducido del inglés a diversas lenguas. Su presencia durante el festival reveló a una mujer de 56 años con una voluntad de hierro para afrontar los retos más indómitos desde su perspectiva que la monstruosidad es una cualidad y el peligro viene de esta normalidad que lo que quiere es matar la diferencia. Nos lo contestó adecuadamente en una pregunta en su clase magistral, dentro de un certamen que contaba virtualmente a través de una exposición retrospectiva con su compatriota Richard Corben, Gran Premio de Angulema 2018 y creador de monstruos y figuras hipertrofiadas en la época de los cómics underground. Corben no se trasladó a la ciudad aquitana, por cuestiones de salud y personales. La profesión, en todo caso, dio un paso adelante escogiendo como Gran Premio de Angulema 2019 a la japonesa Rumiko Takahashi, a quien sí se espera el año que viene como segundo·a autor·a mangaka que recibe esta distinción y tercera mujer en 46 años de historia del festival.
La ceremonia el sábado por la noche de entrega de premios del Festival de Angulema (24-27 de enero) fue especialmente emotiva, más que en otras ocasiones. Esta vez, no siempre ocurre, estaba presente el/la ganador·a de la Fauve d’Or. Y la estadounidense Emil Ferris ha generado la unanimidad desde su publicación en inglés hace un par de años en Fantagraphics de My favorite thing is monsters. En verano pasado ya se adjudicó los galardones de mejor álbum y mejor artista de los prestigiosos Eisner Awards en el salón Comic Con de San Diego. Pero esto no impide que, desde el escenario del Teatro de Angulema, nos agradeciera como lectores haber acompañado a la joven Karen del libro, una niña de diez años, que es su alter ego en el Chicago de los años sesenta pero que su imaginación la hace viajar aun más atrás a la génesis del nazismo y que no deja de ser una parábola también del mundo de hoy en día. “He esperado toda mi vida, siendo el monstruo que yo soy, y gracias a vosotros he encontrado una manera de sentir que pertenezco a alguien y a algún lugar”, explicó utilizando la palabra en inglés belonging que tiene el doble sentido de esperar y pertenecer.
Porque la joven Karen se representa a ella misma como niña-lobo, a partir de los mismos croquis que Ferris hacía cuando era pequeña, y está rodeada de los cómics de serie B y las películas de la Hammer de aquella época que sirven como separación entre capítulos de este inusual álbum de 400 páginas. La autora tardó cuatro años y medio en acabarlo, después de que hace dieciséis sufriera una enfermedad tropical por la picada de un mosquito que la condenó en principio a quedar el resto de su vida en silla de ruedas y sin poder utilizar su mano derecha con la que intentaba ganarse la vida haciendo de ilustradora. Gracias a su persistencia y la ayuda de su hija que tenía seis años cuando cayó enferma y a quien criaba como madre soltera, consiguió dibujar esta historia con los diferentes colores de un bolígrafo Bic y convencer a un editor pese a repetidos rechazos para publicarlo. Es su primer libro.
“Lo que pasa en Estados Unidos tiene que ver con el oscurantismo”
Ahora, todo el mundo espera su continuación. Porque el álbum deja abiertas muchas pistas y personajes con una personalidad todavía por desvelar. Parte del placer también se halla en la calidad de la escritura de Ferris quien, detrás del uso de todas estas series de horror de su infancia, desarrolla una verdadera vena literaria llena de metáforas. La espectacular apertura del libro es una prueba: todo el Uptown de Chicago sale armado a medianoche para intentar acabar con los aullidos de aquel ser que les recuerda todo lo que han aprendido desde pequeños y que no pueden soportar porque es la negación de ellos mismos. A la pregunta que le hicimos durante su clase magistral sobre si, en una segunda entrega, Karen tendría que contener sus deseos bestiales porque el poder en Estados Unidos ha superado todas las peores pesadillas posibles la dibujante contestó a la altura de su trabajo de búsqueda de este inconsciente.
“No pienso que lo que está pasando en Estados Unidos sea una cosa que tenga que ver con los monstruos, tiene que ver con el comportamiento humano y yo creo que de lo que se trata es de oscurantismo”, remarcó antes de establecer paralelismos entre la cruenta historia norteamericana respecto a las minorías y el presente. “Porque los veo venir a medianoche con sus antorchas. Y, los mismos hombres, vuelven cada nueva generación con estas antorchas. ¡Es una mentalidad de aldeanos! Y todos muestran este aspecto de vamos a matarlo”.
Ferris evita de esta manera dar respuestas simples a problemas que vienen de más lejos. “Forma parte de la naturaleza humana y no dispongo de otros referentes. Tendría ganas de luchar contra este orden político, como bien has preguntado… pero es una cosa que siempre ha estado aquí. Y que nunca se irá. No se irá porque nosotros nunca tendremos remordimientos. Cuando era una niña, jugaba en un parque de Chicago. Y, como niña, veía como se ponían las semillas en los ciudadanos para este comportamiento. Pero nadie habla de ello. Nadie lo menciona. Y hasta que, en nuestro país no se afronten estos demonios para que desaparezcan, no creo que nunca seamos libres. No creo que nunca estemos bien… Por tanto, Karen tendrá que enfrentarse a ello en el libro”.
Es una manera de proporcionar alguna pista sobre esta segunda parte, a la cual la norteamericana tampoco quiere poner fechas ni condicionantes. Solo en la recogida del premio dejó ir que, en el segundo libro, se imaginaba a Karen recordando una noche en el jardín del su bloque de apartamentos una conversación con Anka, la inmigrante alemana que huyó del nazismo y muere en extrañas circunstancias al comienzo del primero. Tampoco es por casualidad que Ferris citara, en su parlamento, a maestros del cómic contemporáneo como Chris Ware, Alison Bechdel y sobre todo Art Spiegelman. Y, por encima de todos, a su difunto padre de quien enseñó la medalla que lleva colgada en recuerdo mientras se emocionaba.
Richard Corben, Milo Manara y Frank Miller
Una carrera repleta de monstruos es significativamente la de Richard Corben, que a sus 78 años prefirió no hacer el desplazamiento a Angulema desde su Kansas natal aunque envió un cartel para ilustrar esta edición en que era el presidente de honor. Un cartel, que remite a esta época de las revistas de fantasía y terror, compartido con dos otros de la francesa Bernadette Després y el japonés Taiyo Matsumoto en el objetivo del festival de repartirse en tres partes iguales entre el cómic norteamericano, el franco-belga y el manga.
Corben no estaba, pero sí una extensa muestra de sus obras y sus planchas originales en las que destacaba, evidentemente, toda la serie para las revistas Warren y las sagas empezadas por Den con la hipersexualidad de los cuerpos y sus entregas paródicas y extravagantes de los superhéroes hasta sus interpretaciones visuales de los cuentos escalofriantes de Poe y Lovercraft. Una herencia única que tiene a grandes defensores como Joann Sfar (clase magistral de una hora y media sobre el tema) y a otros dibujantes francese·a·s que no se sienten nada identificados. Y quienes, en cuestiones de representación de la sexualidad, prefieren al italiano Milo Manara que además de estar presente contaba con una exposición que iba de Hugo Pratt a Caravaggio pasando por Fellini.
Ahora que Corben se dedica desde hace dos décadas a replicar a superhéroes clásicos como Hulk o Hellraiser, pese a no haber abandonado del todo su trabajo artesanal, quien sí que vino a Angulema para celebrar los ochenta años de Batman fue uno de sus dibujantes clave como Frank Miller. Nadie se atrevió a preguntarle al creador del Batman más oscuro y misántropo su opinión sobre el presidente de su país, Donald Trump, pero sí que fue claro en decir que si hay un actor que le gustaría que encarnara al hombre murciélago este es Clint Eastwood. Una exposición inédita con el beneplácito de la Warner recreaba a la perfección el ambiente claustrofóbico de Gotham City y su caballero de la noche.
Taiyo Matsumoto y las nuevas generaciones de ‘mangakas’
La imagen curiosa la protagonizó el mismo Miller yendo a visitar entusiasmado la exposición de Matsumoto y reconociendo en algunas de sus planchas parte de la inspiración para un Batman en los años ochenta que aprendía a lanzarse entre viñeta y viñeta a ritmo de manga. El más joven Matsumoto logró desmarcarse de la obligación del género de dibujante de historias deportivas escarbando en su propia biografía de niño que creció en un orfanato para hacer de ello un relato íntimo en seis volúmenes en Sunny. En uno de sus encuentros con el público, el director artístico del certamen Stéphane Beaujean no dudó en confesar que Matsumoto es el autor contemporáneo que más le gusta.
Desde luego, el pabellón del manga multiplicó por cinco su espacio con una nueva ubicación. Y otros autores japoneses invitados fueron los aun más jóvenes Tsutomu Nihei, Kentaro Sato y Paru Itagaki. Nihei mereció, incluso, una muestra donde los monstruos eran en esta ocasión cyberpunks. De hecho, uno de los conciertos dibujados reunía al surcoreano Kim Jung Gi con la Orquesta de París con el título de Monstruos de Asia y música contemporánea.
Bretch Evens, Piere Christin y Rumiko Takahashi
El otro concierto dibujado lo protagonizaron el flamenco Brecht Evens y el pianista francés Chassol, en un encuentro inédito en que Evens y su compañera Céline Devaux utilizaban medios digitales para sus visiones oníricas del viaje sonoro por la Martinica de Chassol que este publicó en disco hace cuatro años. Precisamente, Evens obtuvo el Premio Especial del Jurado, la Fauve de plata, por el álbum Les rigoles que es una explosiva inmersión de figuras y colores típica de su universo en plena noche parisina.
Excepto por el libro de Ferris, no hay versiones en castellano o catalán todavía de ninguno de los álbumes que figuran en el palmarés oficial. Sería recomendable para el Premio Revelación Ted drôle de coco de Émilie Gleason, una franco-mexicana que relata de forma muy original la historia de su hermano autista, y para el Premio de la Serie Dansker de Halfdan Pisket, un danés que llega al tercer volumen de la biografía dedicada a su padre en calidad de emigrante y exiliado turco-armenio y que, según explicó al recoger el galardón, está a punto de morir.
El Premio Goscinny al mejor guión recayó en el histórico Pierre Christin por Est-Oest (dibujos de Philippe Aymond), donde este francés trotamundos narra sus vivencias durante la Guerra Fría tanto en el Telón de Acero como la patria del Tío Sam.
Y, para cerrar el círculo de los monstruos y las mujeres en el cómic, un jurado formado por 1.672 autore·a·s proclamó Gran Premio de Angulema 2019 a la japonesa Rumiko Takahashi. En este caso, su mundo fantástico es para todos los públicos y busca el lado humorístico. Pero no deja de ser un complemento al de Ferris. Con 61 años, Takahashi puede enorgullecerse de que en sus inicios derribó todas las fronteras asignadas a las dibujantes de su país y se apropió del masculino género shonen. Sucede a Katsuhiro Otomo, padre de Akira, como segundo·a mangaka con tan alta distinción. Y representa la segunda mujer a quien se le otorga después de Florence Cestac en 2000, aunque Claire Brétécher se llevó el Premio Décimo Aniversario en 1983. Ya esperamos a la japonesa en enero de 2020 con todos sus personajes fuera de lo común desafiando el orden establecido.
PALMARÉS DEL FESTIVAL DE ANGULEMA 2019
Fauve d’Or: Moi, ce que j’aime, c’est les monstres, de Emil Ferris (Monsieur Toussaint Louverture en Francia / Fantagraphics en Estados Unidos con el título original de My favorite thing is monsters / Reservoir Books en España como Lo que más me gusta son los monstruos)
Premio Especial del Jurado: Les rigoles, de Brecht Evens (Actes Sud BD)
Premio Revelación: Ted drôle de coco, de Émilie Gleason (Atrabile)
Premio de la Serie: Dansker, de Halfdan Pisket (Presque Lune)
Premio Patrimonio: Les travaux d’Hercule, de Gustave Doré (2024)
Premio Álbum Policiaco: Villermine (tomo 1): L’homme aux babioles, de Julien Lambert (Sarbacane)
Premio Cómic Alternativo: Expérimentation, de la revista libanesa Samandal
Premio Juventud: Le prince et la couturière, de Jen Wang (Akileos)
Premio Goscinny (al mejor guionista): Pierre Christin por Est-Oest (Dupuis), con dibujo de Philippe Aymond
Gran Premio de Angulema 2019 (presidenta en 2020): Rumiko Takahashi (Japón)
Visitas: 919