Rafael Vallbona, colaborador de parisBCN, acaba de publicar su última novela en catalán, Swing. Allà on la vida neix (Swing. Allí donde la vida nace, Edicions 62, 2021). Una historia ficcionada de los albores del jazz, entre Palafrugell, Nueva York, Barcelona y Turín a través de un personaje central que atraviesa esta época llena de esperanzas y desengaños de la primera mitad del siglo XX. Ello le inspiró una playlist, con medio centenar de temas, que sirve de acompañamiento musical a la lectura del libro y que repasa en este artículo de melómano de todo un siglo.
Del charlestón y las primeras jazz-bands, hasta el excitante swing de las orquestas de Duke Ellington o Count Basie, el jazz fue la banda sonora de los tiempos modernos. Terminada la Gran Guerra y la pandemia de la gripe española, una generación de jóvenes creyeron que se vislumbraba un mundo nuevo que, gracias al progreso económico, científico y tecnológico, renacería pletórico de las ruinas de la vieja sociedad ochocentista. Lo peor que podía pasar ya había pasado. Llegaba un tiempo de optimismo. Los jóvenes de la época creyeron en ello, y muchos se esforzaron por hacerlo posible.
Los tiempos modernos despertaron la sociedad a ritmo del foxtrot, del shimmy, del one step, del charlestón, del cake walk, del black bottom y del ragtime. Así nació el jazz: en los años veinte todo el mundo quería bailar.
Los viejos cafés del Paralelo, la Rambla o Conde del Asalto se convirtieron en dancings, y los anquilosados y rígidos bailes ochocentistas aceleraban el compás hasta el paroxismo con la introducción del jazz-band, el instrumento que le dio la vuelta a la sensibilidad musical del siglo: bombos, timbales, platos, triángulos, panderetas, cajas chinas y todo tipo de herramientas de percusión en impacto sonoro constante, convirtieron la música popular en un estridente estallido de optimismo y vitalidad sin fin. A esta máquina rítmica pronto se le añadieron el saxofón, el trombón de varas, la trompeta de pistones, el banjo y el piano. Habían nacido las orquestinas de jazz, de cinco o siete músicos.
En Barcelona todo empezó en octubre de 1919 en los salones del reciente inaugurado hotel Ritz. Un lugar tan exclusivo tenía que satisfacer los deseos de su aristocracia y cosmopolita clientela, por extravagantes que fueran. Por ello contrataron a la Orquestrina Nic-Fusly, una formación de siete músicos locales que fue la primera en incorporar un jazz-band. El éxito fue fulgurante, y los salones del hotel se convirtieron en el sitio de moda de la burguesía barcelonesa y de sus visitantes.
Capital del espectáculo durante la guerra y refugio de artistas, traficantes, espías, y todo tipo de aventureros, la Barcelona alegre y enriquecida disfrutaba de la vida a expensas de una clase obrera miserable y abocada a la revuelta. Pero ni la convulsión social ni la dictadura de Primo de Rivera ensordeció una música que se esforzaba por ser moderna, aunque a menudo se quedaba en un intento logrado a medias por la evidente falta de dominio del tiempo y la armonía; no eran americanos. El auténtico jazz, tal y como lo habían creado y lo entendían los negros desde Nueva Orleans a Chicago, aún estaba lejos de la ciudad, pero a través de los bailables y los espectáculos su espíritu se había adueñado de la bulliciosa noche urbana de los años veinte.
De París llegaban los discos de la casa Pathé, y gracias a los que editaban aquí las compañías Gramófono y Odeón, la Orquesta Ambassador de Paul Whiteman popularizó el tema Whispering, el primer hit de la historia del jazz. Es el tema que abre la playlist confeccionada expresamente como banda sonora para la novela Swing. Allà on la vida venç, una novela sobre la esperanza y los anhelos, un relato sobre la epopeya colectiva del género humano para superar las viejas estructuras políticas, sociales, culturales y de costumbres del siglo XIX.
De los Red Ribbon’s al Cotton Club persiguiendo el sueño
El protagonista de la novela, Enric Torres, es un hijo de la burguesía del corcho del Ampurdán que quiere ser músico de jazz. La juventud de la época asumió que aquella música de los nuevos tiempos era la forma cultural genuina de la libertad de expresión, estaba creada para romper barreras, simbolizaba la unidad y la paz, fomentaba el diálogo entre cultura y creaba un marco de comprensión mutua y tolerancia. Además, el jazz ponía por primera vez a la juventud al frente del cambio social que se estaba produciendo.
Con un pandilla de amigos del pueblo, Palafrugell, crearon la orquesta Red Ribbon’s, que debutó en el Casino Sport de Figueres, a cuatro pasos de casa de Salvador Dalí, el mismo año que este, con Lluís Muntanyà y Sebastià Gasch, publicaron el Manifest groc (Manifesto amarillo). Entre otras cosas, el panfleto, defendía el jazz como la genuina forma musical de la modernidad.
Los pioneros Sam Wooding & His Chocolate Kiddies, la gran Joséphine Baker, el maestro Llorenç Torres y la Demon’s Jazz, la primera orquesta local con auténtico swing, u otros hoy olvidados como Napoleón Zayas & Su Orquesta, forman parte de esta playlist. Son los años veinte en Barcelona, el tiempo de construcción del sueño.
Los grandes Ella Fitzgerald, Louis Armstrong, Fletcher Henderson, Django Reinhardt, Fats Waller, Cab Calloway, Coleman Hawkins, Artie Shaw, Willie The Lion Smith, Benny Goodman, Cole Porter, Sidney Bechet, Glen Miller, además de los ya mencionados Ellington y Basie conforman el tronco de la banda sonora que da forma a la quimera del protagonista de la novela en sus años de estancia en Nueva York. Harlem vive el punto culminante de su renacimiento. Langston Hugues escribe Blues y se convierte en el poeta afroamericano más importante de todos los tiempos, Rockefeller construye lujosos apartamentos en Sugar Hill, la zona emergente del barrio. El Cotton Club y el Smalls Paradise atraen a los jóvenes de toda la ciudad. La negritud se consolida, Gershwin y Porter se encuentran en la cima, y canciones como Autumn in New York o Night and day conforman el cancionero americano.
En esta ciudad en plena ebullición que se recupera del Crac del 29, el músico y compositor catalán Enric Madriguera inaugura, con su orquesta, el salón del nuevo Waldorf Astoria, cuyos murales han sido pintados por otro catalán, Josep Maria Sert. Madriguera, un músico con una eminente formación clásica, es el introductor de la música latina en Nueva York, y Adiós, un gran éxito intemporal.
El sueño se derrumba, el swing persiste
Si la República marca el cénit de los tiempos modernos (y el país progresa en todos los aspectos como nunca lo ha vuelto a hacer), la Guerra Civil marca el declive del sueño de los jóvenes de los años veinte. Los hijos de la esperanza republicana se convierten en adultos frustrados por la guerra. Colapsado por la visión de las matanzas de niños y de población civil que los bombardeos provocan en Barcelona, una ciudad que vive a ritmo de jazz pese al conflicto armado, el protagonista de Swing, Enric Torres, huye con un amigo italiano hacia Turín.
Turín es la capital italiana de la industria musical. Aunque se prohibe tocar a los músicos judíos y pese a las campañas en contra del jazz de cierta prensa encendida, se dice que Mussolini es amante del género. El Duce pretende atraer a la juventud a su ideario, y sabe que aquella música moderna a la cual los italianos se han entregado con pasión, es un buen camino. La radio pública EIAR emite constantemente jazz. Tiene el centro de producción en la capital piamontesa y una gran maquinaria de producción y difusión que incluye a orquestas, arreglistas, productores y la discográfica CETRA, que distribuye la mayoría de grandes sellos internacionales.
De esta época, la playlist destaca el director Pippo Barzizza, padre de la canción italiana y recordado en Sanremo con una escultura, pero también el popular cantante Gorni Kramer, Cinico Angelini y su orquesta y, en especial, las hermanas Lescano y el músico y compositor de origen hebreo Giuseppe Funaro, intérpretes y autor de Tornerai, un hit que dio la vuelta al mundo, que aquí lo conocimos en la versión francesa, J’attendrai, y que grabó el mismo Frank Sinatra. Fueron los tiempos dorados del llamado jazz a la italiana.
Todos ellos fueron depurados por los nazis en la oscura etapa de la República de Salò. Muchos fueron detenidos y algunos deportados a campos de exterminio. Fue el ocaso final del sueño de la modernidad de los años veinte. La versión que Funaro hizo del Tutto passa e si scorda, de Lina Termini, en el campo, fue el último soplo optimista de un mundo en zozobra y de una época de anhelos que se derrumbaba.
Pero en todo fracaso hay un renacer, las Andrew Sisters, que cantaron con el trío Lescano, y Renato Carosone significaron la primera bocanada de aires de libertad en una Italia, y Europa, en ruinas humeantes, y por ello también están en la playlist. El swing no había muerto, sino todo lo contrario. Después de la guerra, una vez rehabilitados los músicos y convertida la antigua EIAR en la actual RAI, aquella peculiar mezcla de música americana con tarantela y canción tradicional, dio lugar a uno de los géneros fundacionales de la música europea actual: la canción italiana (de Adriano Celentano a Eros Ramazzotti y de Claudio Baglioni o Gianni Morandi a Lucio Dalla).
La Orchestra Maniscalchi y las Sorelle Marinetti es un proyecto musical y teatral que recupera del olvido de los tiempos y la perversidad de la política actual, que blanquea a la extrema derecha fascista, el brillante jazz a la italiana de los años treinta. Su música también aparece en la lista y es el homenaje final a unos tiempos y unas personas que creyeron en el jazz como símbolo de la libertad y la modernidad y el buen vivir. Tal com es.
‘Swing playlist’
1.- Whispering – Paul Whiteman & His Orchestra
2.- Black and blue – Sidney Betcher, Fats Waller, Andy Razaf, Harry Brooks
3.- Bull foot stomp – Sam Wooding & His Chocolate Kiddies
4.- J’ai deux amours – Joséphine Baker
5.- Autumn in New York – Ella Fitzgerald, Louis Armstrong
6.- Sing you sinners – Fletcher Henderson
7.- Adiós – Enric Madriguera
8.- Black and tan fantasy – Duke Ellington
9.- Minnie the Moocher – Cab Calloway
10.- Take the “A” train – Duke Ellington
11.- Jumping at the Woodside – Count Basie
12.- Begin the beguine – Artie Shaw
13.- Alligator crawl – Fats Waller
14. Passionette – Willie ‘The Lion’ Smith
15. Handful of keys – Fats Waller
16. Morning air – Willie ‘The Lion’ Smith
17. La Rosita – Coleman Hawkins
18. By, bye Blackbird – Chet Baker (como ejemplo)
19. Body and soul – John Coltrane (como ejemplo)
20. Night and day – Benny Goodman
21. April in Paris – Ella Fitzgerald, Louis Armstrong
22. Sophisticated lady – Duke Ellington
23. Si tu vois ma mère – Sidney Bechet, Claude Luter et son Orchestre
24. Night and day – Ella Fitzgerald
25. In the mood – Glenn Miller
26. The continental (You kiss me while you’re dancing) – Ray Coniff
27. Compadre Pedro Juan – Napoleón Zayas & Su Orquesta
28. Honolulu moon – Llorenç Torres & Orquesta Demon’s Jazz
29. Minor swing – Quintette du Hot Club de France, Django Reinhardt, Stéphane Grappelli
30. My funny valentine – Frank Sinatra
31. Sweet Georgia Brown – Nat King Cole Trio
32. Blue moon – Billie Holiday
33. Summertime – Louis Armstrong, Ella Fitzgerald
34. St. Louis blues – Bessie Smith, Louis Armstrong
35. Tornerai – Trio Lescano, Quartetto Funaro
36. Quel motivetto che mi piace tanto – Pipo Barzizza et la sua Orchestra Blue Star
37. Crapa pelada – Gorni Kramer
38. La Mehara – Orchestra Cinico Angelini
39. Oh! Ma-ma! – Trio Lescano
40. Tutto passa e si scorda – Lina Termini
41. Tulip time – The Andrew Sisters
42. Black & Johnny – Orchestra Barzizza, Ernesto Bonino
43. Tulipan – La Sorelle Marinetti e l’ Orchestra Maniscalchi
44. Tu vuò fà l’americano – Renato Carosone
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