VICENÇ BATALLA. El alter ego de Pedro Almodóvar en Dolor y gloria, Antonio Banderas, acumula premios y nominaciones por su rol en la película más autobiográfica del manchego. Poco antes de la ceremonia de los Óscar en Los Ángeles (madrugada del 9 al 10 de febrero), recuperamos esa larga respuesta que nos dio el actor malagueño en el pasado Festival de Cannes y que teníamos pendiente. En ella, nos establecía una conexión entre su ataque al corazón en 2017 y el rodaje del film de Almodóvar y la manera cómo este le dirigió para cambiarle el registro y obtener esa autenticidad que causa perplejidad sobre quién es quién. En la gala de Hollywood, Dolor y gloria también opta a la categoría de mejor película extranjera.
Estábamos en una terraza de Cannes, en mayo pasado, en plena rueda de entrevistas del equipo de Dolor y gloria por la entrada en competición del film de Pedro Almodóvar. Antes de que nos tocara la mesa redonda con el realizador, tuvimos la suerte de conversar con los actores y actrices Asier Etxeandia, Nora Navas, Lorenzo Sbaraglia, Penélope Cruz y Antonio Banderas. Este último, en tándem con Cruz. Y, en ese momento, se me ocurrió preguntarles a los dos sobre cómo les había cambiado esta película de Almodóvar aunque con anterioridad ya hubieran trabajado con él. Unos días después, Banderas recibiría la Palma a la mejor interpretación masculina.
El malagueño cogió el trapo y me dio una respuesta de cinco minutos y medio que vale la pena desgranar, pese a que el día en que recogió la recompensa también tuvo palabras de agradecimiento para el director. Arrancó hablando de la sorpresa por las reacciones que se había encontrado de gente que había ido a ver el film. “No sabemos todavía cómo nos va a cambiar”, empezó diciendo. “Los resultados a lo largo de mi carrera siempre se han demostrado años después. Para mí, todavía es un misterio. Y creo que para Pedro también. En algún momento lo hemos comentado estos días. A mí me ha llamado gente que no me ha llamado en mi vida. Amigos que hacía años que no veía. Gente que ha llamado desde las butacas del cine, diciéndome: ‘¡estoy en shock!’ ¡Y no me llamaban desde hacía quince años! Con esta película, me han pasado cosas rarísimas”.
“Para mí, el trabajo es la referencia que tengo más que las películas en sí mismas. Por cierto, Julieta Serrano ha interpretado el papel de mi madre en tres ocasiones. Y, las tres, con Almodóvar. ¡Es mi madre almodovariana!“. Y, a partir de aquí, Banderas entró a fondo en su interacción con el realizador durante la preparación de las escenas. “A Pedro le encanta leer el personaje él mismo, de todos. ¡Le encanta! Llegó, leyó el de Julieta y yo le iba respondiendo. Y Julieta seguía estas instrucciones. Estábamos los tres solos, en el balcón del estudio. Y cuando va a leer mi personaje, empieza diciendo: ‘mamá…’ Y lo va a leer otra vez, ¡y no puede! ¡Qué mas información puedo yo pedirle a un director! Yo ya veía que no podía, porque esa frase que tenía que decirle a la madre no es una frase de Pedro. Es una frase de mucha gente, en el mundo. Que son diferentes y que no han podido enfrentarse a su familia. Sentarse en el sillón y decirles: ‘me pasa esto’”.
Y a Banderas le salió, en ese momento, una frase redonda que resume su sentimiento sobre los efectos del film. “Yo creo que, allí, es donde está la película. No en ese balcón, sino en esos momentos de cerrar círculos y de reconciliación con el pasado. ¡Todos viajamos por la vida con una maleta llena de dolor, y de gloria! Y, por eso, la gente conecta con la historia. Todos tenemos eso, todos podemos volver la vista atrás”.
Pero el actor, que sufrió un ataque al corazón en enero de 2017 y tuvo que ser internado durante semanas en el St. Peter’s Hospital de Albany, en Nueva York, continuó en la misma senda. “Una de las cosas que Pedro me dijo y que me sorprendió fue que, desde que había tenido el ataque al corazón, había algo en mí distinto. Me recordó que lo quería en la película y que no lo ocultara: ‘hay una tristeza que es bella’, me decía. Me decía que yo era muy locomotriz, que me movía mucho y usaba mucho el cuerpo. Y me comentó que, eso que me había hecho diferente, quería que lo enseñara porque tenía que ver con él, con el dolor. Y sabía perfectamente a qué se estaba refiriendo”.
Y Banderas no se detuvo allí, porque acabó de dar la vuelta a la reflexión entre película y operación. “La noche en que me pusieron los ‘stents’ en el corazón, había una enfermera muy vieja y encantadora en el hospital. Yo no podía dormir, y un día se me acercó. Me dijo lo que me iba a pasar en los próximos meses. Me preguntó si yo creía en la cultura popular. Le contesté que sí. Y me explicó por qué la gente dice ‘te quiero con todo mi corazón’ o ‘se me ha roto el corazón’. Y por qué no dicen ‘te quiero con mi cerebro’ o ‘te quiero con mi hígado’. Porque aparte de llevar incorporada una bomba echa de oxígeno al cuerpo, el corazón es una caja donde se guardan los sentimientos. Y me recordó que yo entraría en un periodo de una gran tristeza. Y, después, me iba a recuperar. Pero ese periodo va a existir. Y, por eso, entendía lo que me estaba diciendo Pedro. ¡Porque fue así! No era depresión, que es una condición médica. Es tristeza. Pedro tiene una percepción increíble para estos detalles. Lo captó y me lo sacó”.
Con esta inmersión en el personaje creado por Almodóvar, Banderas ha obtenido a sus 59 años una Palma de Oro, un Premio Feroz, un Goya, un European Film Award y ha sido nominado para los Golden Globe. Y, por primera vez, a los Óscar. Es verdad que, en los Golden Globe, ya se vio superado por el favorito de todas las quinielas Joaquin Phoenix por su interpretación del atormentado carácter del Joker. Casi cuarenta años después de Laberinto de pasiones (1982) y ocho películas juntos, ambos se sientan entre los nominados a obtener una estatuilla.
Lee la entrevista de Pedro Almodóvar en el Festival de Cannes
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