VICENÇ BATALLA. El Buscón en las Indias (Delcourt/Norma, 2019), un cómic sobre las aventuras de un bribón castellano en la Latinoamérica del siglo XVII, se ha convertido en un éxito editorial. El guionista francés Alain Ayroles y el dibujante español Juanjo Guarnido han imaginado una continuidad de El buscón que Francisco de Quevedo había legado en 1626 como ejemplo de literatura picaresca de la época con el personaje de Pablo de Segovia a punto de embarcarse para las Indias y El Dorado. Dándole esta continuación, en pleno territorio de los Incas y reinos de alguaciles y virreyes, los autores han atraído a un amplio público de amateurs de planchas épicas y a la vez de lectores ávidos de historias de aquel tiempo que pueden resonar con la picaresca de hoy en día.
Ayroles (Saint-Céré, 1968) impregna el texto de toda su experiencia en sus series de capa y colmillos para organizar un sinfín de cabriolas y sorpresas y Guarnido (Granada, 1967), que lleva casi treinta años en Francia, perfecciona hasta un barroquismo exultante estas figuras singulares y paisajes exuberantes de los Andes y el Amazonas. Por ello, tuvo que abandonar momentáneamente los personajes animalistas de la serie de detectives Blacksad (los volúmenes 6 y 7 con Juanjo Díaz Canales están ya en preparación). La tarea para El Buscón en las Indias lo requería, porque con Ayroles tardaron cuatro años en terminar las 145 planchas para acabar convirtiéndolo en un libro objeto. Primero, apareció en agosto pasado en Delcourt la versión original francesa antes de que en noviembre saliera la versión en castellano en Norma Editorial. En el Festival de Angulema de enero, y pese a su ajetreo, conseguimos entrevistarlos entre firmas, encuentros con el público y sesiones fotográficas.
¿Cuántos ejemplares lleváis ya vendidos con El Buscón en las Indias?
Juanjo Guarnido: “Disponemos de cifras bastante espectaculares. Ya hemos sobrepasado los 130.000 ejemplares”.
¿Os esperabais una acogida tan buena?
Alain Ayroles: “No, nos esperábamos un cierto éxito pero no de esta dimensión. Estamos bastante impresionados, tanto a nivel comercial como a nivel de crítica. Incluso nos impacta la reacción de los lectores, gente que vienen a vernos con la sonrisa y que nos agradecen calurosamente por haberles ofrecido este momento de lectura”.
Cuando les comunicasteis a Delcourt que la extensión sería el doble, imagino que de entrada les generó ciertas dudas.
AA: “Sí, es verdad que nos hicieron preguntas. Pero, de todas maneras, pienso que tenían confianza en el proyecto. Es verdad que, como más largo era el álbum, más costaba su realización. Y, al final, jugamos con esta sobrepuja. Con un álbum con tantas páginas, Juanjo insistió en hacerlo en gran formato porque su dibujo tuviera más valor, con una talla más espesa que la media. De golpe, la idea fue hacer un objeto libro y fuera de normas. El papel es de una calidad particular. La portada está bañada en oro. Hay una cinta especial para guardar la página. El libro tiene este aspecto precioso, que refuerza la impresión de un objeto fuera de normas”.
En España, incluso se ha hecho una versión de lujo…
JG: “Sí, es un caja que reúne la versión normal y la versión en blanco y negro. En Francia, Delcourt editó la versión en blanco y negro pero aparte. La versión de lujo en España se acompaña de la caja, lo que también es muy bonito”.
Y, además, esta versión española puede viajar a Latinoamérica. ¿La distribuiréis al otro lado del Atlántico?
JG: “¡Lo esperamos, lo esperamos! Hay muy pocos cómics en Latinoamérica. Cuando estaba en Perú, se veían muy pocos cómics en las librerías. No sé si existen librerías especializadas. En México, y en algunos otros países, hay muchos ‘comic books’ americanos. Pero no hay tanto interés por el cómic en general. Por tanto, Norma o las librerías importan ejemplares españoles… Por ejemplo, por ‘Blacksad’ un editor mexicano si no me equivoco hizo una edición especial en castellano internacional, en castellano de los americanos. Las variaciones son mínimas, pero están. No utilizan el ‘vosotros’, sino el ‘ustedes’… Para ‘El Buscón en la Indias’, nos gustaría podernos abrir un poco camino en Latinoamérica”.
De El Quijote a Pablo de Segovia
Al principio, pensabais en prolongar Don Quijote (1605-1615). Pero desististeis porque Cervantes lo había matado.
JG: “Tenía razón, ¡no quería un apócrifo!”.
Y quizás tú, Juanjo, no lo veías a nivel de dibujo…
JG: “¡Ah sí, las imágenes hubieran sido fabulosas! El Quijote asustando con la espada a los rebaños, dentro del barro de la jungla con Sancho arrastrando la montura… Hubiera sido rico, hubiera sido subjetivo. Pero basarse en el apócrifo y hacer un pequeño volumen de la versión de Avellaneda (1614), sin la autorización de Cervantes, querría decir ir expresamente contra su deseo”.
Fuiste tú, Juanjo, quien le hiciste descubrir El Buscón a Alain?
JG: “En el momento en que le dije a Alain de no hacer la continuación del Quijote, le hablé de ‘El Buscón, Pablo de Segovia’. Le comenté que esta sería una idea apropiada como continuación del libro de Quevedo, que se acaba por el anuncio de la marcha de Pablo a las Indias”.
AA: “Yo no conocía ‘El Buscón’. En la escuela, en castellano, había estudiado un poco la novela picaresca y había leído ‘La vida de Lazarillo de Tormes’ (1554). Él me hizo descubrir ‘El Buscón’ y, cuando lo leí, me dije que era perfecto y exactamente lo que buscábamos. Me dije que sería una mina de oro para estas aventuras”.
Además, es aquí en Angulema que os conocisteis y empezasteis el intercambio.
AA: “Sí, pero es en París más bien donde nos veíamos para intercambiar mientras almorzábamos juntos. Discutíamos, buscábamos ideas. Yo proponía ideas que tenía en los cajones. No convenía por una razón u otra, pero acabamos por encontrar esta idea. ¡Y fue la buena!”.
Un Siglo de Oro y fortuna
¿Cuáles son las ventajas y las desventajas de un guionista que no sea español para esta historia?
AA: “Conocía un poco la literatura del Siglo de Oro español porque he hecho los guiones de otra serie que se llama ‘Diario de capa y colmillos’, donde los personajes se presentan bajo el carácter animalista y uno de ellos es un lobo, un lobo andaluz, un ‘hidalgo’. Es Don Lope de Villalobos y Sangrín. Y para darle un poco de espesor, ya había empezado a leer un poco de Lope de Vega o Calderón de la Barca, y otros autores del Siglo de Oro… Y también está el lado de la riqueza pictórica, que sobrepasó los Pirineos. También estaba acostumbrado a hacer cuentos situados en el siglo XVII, en la parte francesa”.
Es un siglo de oro a nivel cultural, pero también un siglo de decadencia para la dinastía de los Habsburgo.
AA: “En Francia, es parecido. Lo llamamos el Gran Siglo, sobre todo la época de Luís XIV. Fue un momento de grandeza y, al mismo tiempo, cuando en el reino hubo una de las mayores hambrunas y miseria. También fue un siglo de fortuna”.
JG: “Felipe IV era un rey muy poco competente. Por esto, se le llamaba el Rey Planeta”.
Porque se cruzaban los cromosomas familiares…
AA: “No, no es esto. Leyendo el libro, se entenderá…”.
Para el dibujo, Juanjo, has hecho un cambio de registro.
JG: “No, justamente no creo que sea un cambio de registro. Sí, en el sentido de que no se trata de dibujos animalistas sino de personajes humanos. Pero el registro es un semi-realismo, porque siguen siendo caricaturas. En este sentido, es el mismo estilo o muy cercano a ‘Blacksad’. Con la única diferencia de que son personajes humanos. Es el estilo con el que me siento más a gusto. A parte de esto, sí que he cambiado de técnica porque en este libro no hay entintado sino una base de lápices resaltado con acuarela negra. Después de haber hecho el color, vuelvo con toques muy negros para densificar el dibujo. Para dar un último empujón de contraste a la composición”.
Veracidad artística e histórica
Para inspiraros, a nivel de historia e imágenes, fuisteis expresamente a Perú.
AA: “Yo había ido años antes a Ecuador. Tenía recuerdos para alimentar mi guión. Y Juanjo tuvo ganas de impregnarse de la atmósfera y visuales peruanos”.
Con un trabajo mucho más complejo que de costumbre, ¿os imponías plazos?
AA: “¡Los plazos los incumplimos completamente!”.
Se puede decir que es el trabajo más complejo y perfeccionista que nunca hayáis hecho.
JG: “Sin lugar a dudas. Y también el más ambicioso. Alain ha hecho series monumentales, pero nunca para un solo tomo”.
AA: “Para este álbum, nunca había ido tan lejos en precisión y exigencia. Es un álbum de 145 páginas, es todo un libro”.
¿Tuvisteis dudas históricas?
JG: “Sí, pero el telón de fondo histórico es el que es. Y esto es un cuento, no tiene una pretensión didáctica”.
AA: “La idea es ser creíble. El hecho de dar un sentimiento de veracidad sobre lo que se explica. Cuando hay agujeros en la documentación o zonas de sombra, intentamos imaginar alguna cosa que suene verdadera. Y que en ningún momento el lector salga de la historia, diciéndose que parece artificial o anacrónico. La idea es que el lector se quede dentro de la historia y viaje con ella”.
JG: “En este sentido, hay muchas licencias. Sin duda hay errores de nuestra parte, de mi parte en particular. Errores o inexactitudes en los detalles, porque no se puede tener todo a nivel de documentación. Pero nos fijábamos década por década, buscábamos las vestimentas, las armaduras que correspondían. La moda también cambiaba. La moda veinte años después de ‘Las Meninas’ (1656) no era la moda de las ‘Meninas’. Se pueden encontrar sin duda algunas inexactitudes que los historiadores, los puristas, los eruditos pueden señalar. Nos hicieron una observación pertinente respecto al personaje de Pablo a quien se corta la cara cunado sufre una agresión. Tendría que haber tenido una cicatriz enorme en su rostro. Pero nosotros no la queríamos y nos tomamos la licencia de eliminarla”.
AA: “Es alguien en Madrid quien nos hizo esta observación. Le había gustado mucho el cómic. Era un apasionado de historia y literatura. Y a pesar de todo, había hallado algunos pequeños detalles que le parecían incorrectos. Y, cuando hablamos con él, se dio cuenta de que no se trataba de negligencias de nuestra parte sino de licencias que nos habíamos tomado a consciencia porque esto beneficiaba la historia. Y este tipo de libertad funcionaba mejor”.
Porque es un cómic de 2019…
AA: “Intentamos que sea un cómic de 2019, y a la vez que suene con el lenguaje de aquella época además de la ropa y los decorados. Y también que la mentalidad de los personajes no se perciba como anacrónica. No es anacrónico, porque somos nosotros que venimos del siglo XX quienes explicamos la historia. Pero hay una voluntad que haya pasajes que resuenen un poco como la gente del siglo XVII. Tienen los prejuicios de su época, la visión de su época…”.
Pinturas y rostros de época
La cara de Pablo de Segovia es un rostro actual…
JG: “Pienso como el ilustrador inglés Angus McBride (1931-2007), que además es una de las fuentes de documentación más fiable porque era de una temible precisión, que dijo que creía que hay rostros de época. Hay caras que corresponden a una época, más allá de los peinados, de los ornamentos, de las barbas… Y yo también lo pienso. Después, en todas las épocas puedes tener rostros de todo tipo”.
AA: “Cuando se ven los retratos de Velázquez, existe la sensación de que pertenecen a gente con quienes nos hubiésemos podido cruzar en aquella época”.
JG: “Hay muy poco de las costumbres de la época en la pintura del barroco español. Es esencialmente una pintura de corte, de retratos de la nobleza. Pero, aparte de Murillo, hay otros pintores que no se conocen que son fabulosos. Y que hacen retratos de personas más de la plebe. Y es excepcional. Se diría que son retratos de gente del campo español del siglo XX. ¡Me encontré con un retrato que hubiera podido ser el de mi abuela! ¡O el rostro de mi tía abuela! Recuerda a las casas, los pueblos, en pequeños detalles: hay un aguamanil, incluso una pequeña estampa de alguien bailando en la pared. ¡Se diría un español de los años cincuenta!” .
AA: “Parecía que estuviéramos viendo los mismos campesinos”.
JG: “El tiempo pasa mucho más lentamente, en el caso de la gente pobre evidentemente”.
Has dado rostros a personajes que corresponden a actores conocidos en España, de la segunda mitad del siglo XX.
JG: “El único que los franceses conocen es Fernando Rey. Los otros, como Alfredo Landa, Fernando Fernán-Gómez, Florinda Chico, no”.
Pero en España se los identifica…
JG: “¡Ah, sí! La gente los ve enseguida. A Landa se le ve inmediatamente. Es genial la manera cómo me vino. No lo había previsto en absoluto, pero Alain había descrito el personaje como un campesino con aires de Sancho Panza, un bonachón, gordote, de aspecto simpático. En mi croquis, había hecho un tipo un poco gordo, un poco barbudo. El dibujo era un poco para salir del paso, no demasiado trabajado. Y quise ir un poco más allá porque el personaje tiene expresiones graciosas y es importante en algunas páginas. Y, porque Alain en el guión ya lo llamaba Sancho, pensé en Landa y en el papel que había interpretado al lado de Fernando Rey. Me pregunté si sería capaz de atribuirle los rasgos de Landa. Lo probé, fue bastante duro pero cuando lo conseguí me dije que sí, ¡que estaba bien! Y el tema empezó a crecer. ¿Sería capaz de hacerlo con otros personajes? Es el caso de Fernán-Gómez como el espectro del conquistador, Chico como la encargada de la posada… Son actores de películas en blanco y negro españolas, familiares, de los años sesenta y que habíamos visto en la tele. No están todos los actores que aprecio, porque tuve que hacer una selección”.
Picaresca y desarraigo
Cuando estabais escribiendo, cuando estabais dibujando, ¿erais conscientes que se podían hacer lecturas contemporáneas por ejemplo sobre la colonización, la corrupción, la monarquía castellana?
AA: “Cuando se habla de esta época en Latinoamérica no se puede ignorar la colonización, los efectos que ha engendrado. Pero el tema más contemporáneo pienso que es esta idea de que hoy mucha gente se siente víctima de un desarraigo social. Las clases medias pierden dinero. Tienen la impresión de empobrecerse, de ser relegadas a la parte baja del escalafón social y no poder levantarse. Es el ascensor social que no funciona. La gente ya no espera que sus hijos tengan una vida mejor que ellos. Tienen la impresión de que hay un bloqueo. Y es una preocupación que tiene el personaje de Pablo en el texto de Quevedo. Creo que esto hace eco a una preocupación muy contemporánea. Hay una especie de catarsis en el libro porque la gente se identifica con el personaje por sus angustias contemporáneas. Él es obstinado, embaucador. Vengará a toda esta gente utilizando todos los medios posibles, vengará a toda esta gente que se siente desarraigada. Y a la vez, se trata antes que todo de una historia de aventuras, humorística, que ofrece una evasión y un cambio de aires. Hay estas dos facetas: una faceta un poco catártica y una faceta de cuento de evasión. Quizás es esto lo que explique la resonancia que halla con la época actual”.
¿Hay también una lectura contemporánea desde España?
JG: “Sí, pero hay que ser prudente con estos paralelismos. Es un telón de fondo, y es importante porque el personaje interactúa en permanencia en este contexto histórico”.
Ambos habéis trabajado para el cine. ¿Os imagináis vuestro cómic en pantalla grande?
AA: “La forma de explicarlo es muy cinematográfica. Mucha gente nos ha dicho: ¡de aquí saldría una buena película!”.
JG: “Es posible. Haría falta un director que se apropiara de esta historia. Creo que para transponer un cómic al cine, el realizador tiene que saber pasarlo por su filtro y su personalidad. Y hacer una cosa diferente. Hacer una transposición literal y excesivamente fiel, sería un error. El realizador tiene que apropiárselo con su lenguaje, y dejar su huella artística”.
¿Continuaréis trabajando conjuntamente?
JG: “¡Sí, sí!”.
AA: “¡Trabajar conjuntamente ha sido una experiencia muy enriquecedora!”.
LIBROS ALAIN AYROLES
Garulfo (Delcourt, 1995-2002, 6 tomos, no traducido), con dibujo de Bruno Maïorana y colores de Thierry Leprévost
Diario de capa y colmillos (Delcourt/Norma Editorial, 1995-2016, 12 tomos), con dibujo de Jean-Luc Masbou
Sept missionnaires: sept moines partent évangéliser de féroces Vikings (Delcourt, 2008, no traducido), con dibujo de Luigi Critone
D. Diario de un no muerto (Delcourt/Norma Editorial, 2009-2014, 3 tomos), con dibujo de Bruno Maïorana y colores de Thierry Leprévost
LIBROS JUANJO GUARNIDO
Blacksad (Dargaud/Norma Editorial, 2000-2013, 5 tomos), con guión de Juanjo Díaz Canales
Brujeando (Dargaud/Norma Editorial, 2008-2012, 3 tomos), con guión de Teresa Valero
Voyageur (Glénat, 2013, no traducido), con guión de Pierre Boisserie y Éric Stalner
PALMARÉS DEL FESTIVAL DE ANGULEMA 2020
Fauve de Oro: Révolution t.1 Liberté, de Florent Grouazel y Younn Locard (Actes Sud-L’An 2)
Fauve Especial del Jurado: Clyde Fans, de Seth (Delcourt) / Ventiladores Clyde (Salamandra Graphic)
Fauve de la Audacia: Acte de Dieu, de Giacomo Nanni (Ici Même)
Fauve Revelación: Lucarne, de Joe Kessler (L’Association)
Fauve de la Serie: Dans l’abîme du temps, de Gou Tanabe y H. P. Lovecraft (Ki-on)
Fauve Álbum Policíaco: No direction, de Emmanuel Moynot (Sarbacane)
Fauve del Patrimonio: La Main verte et autres récits, de Nicole Claveloux (Cornelius)
Fauve Premio del Público: Saison des roses, de Chloé Wary (Flblb)
Fauve Cómic Infantil: Les Vermeilles, de Camille Jourdy (Actes Sud)
Fauve Cómic Juvenil: Le Tigre des neiges t.1, de Akiko Higashimura (Le Lézard Noir)
Fauve Cómic Alternativo: Komikaze (Croacia)
Premio Goscinny (mejor guionista): Gwen de Bonneval i Fabien Vehlmann por Le Dernier Atlas t.1 (Dupuis)
Gran Premio de Angulema 2020 (presidente en 2021): Emmanuel Guibert (Francia)
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