VICENÇ BATALLA. Es una asociación un poco azarosa, pero incluir en el título de este artículo al referente de las letras francesas, Molière, con el poeta australiano del rock tortuoso, Nick Cave, nos sirve para ilustrar el eclecticismo bien entendido de las Noches de Fourvière 2022 en los teatros galo romanos de Lyon. El certamen que nació en 1946 para volver a dar vida a este pasado histórico de la ciudad con piezas clásicas se ha convertido con las décadas en un punto de atracción para las artes escénicas y las músicas popular y contemporánea con dimensión europea. Y tras una edición anulada por la pandemia en 2020 y otra asociada a la Bienal de la Danza de forma excepcional en 2021, regresa del 2 de junio al 30 de julio con unos sesenta espectáculos, con 12 creaciones, 7 coproducciones y artistas venidos de los cinco continentes. Hacemos un repaso para abrir boca.
Molière (1622-1673) solo pudo representar una vez la versión original de Tartufo o el hipócrita ante el joven rey Luis XIV en 1664 en Versalles. La moral de la época no hacía conveniente poner en evidencia los vicios de la iglesia y las clases acomodadas. Su segunda versión en el Palacio Real de París en 1667 también se prohibió y no fue hasta 1669 cuando se le aceptó convenientemente remodelada como Tartufo o el impostor escondiendo que el impostor también podía ser el hipócrita y pasando de tres a cinco actos con un final en que se castiga como es debido al intruso. Desde entonces, esta ha sido la obra más representada por parte de la Comédie Francesa, la que fuera casa del autor, con 3.193 funciones.
El flamenco Ivo van Hove ha decidido poner en escena por primera vez esta versión original, tal como lo ha tratado de reconstituir el universitario Georges Forestier con solo tres actos, suprimiendo el segundo y el quinto. Y, en este caso, la relación entre Tartufo (Christophe Montenez) y la esposa de Orgon (Denis Podalydès), Elmire (Marina Hands), se transforma en una historia de amor consentida y no forzada como demostración de la atmósfera conservadora y opresora de la familia de Orgon. Este invita al sin techo Tartufo a su casa en una acción equívoca de buena conciencia. Van Hove convierte este drama de hace cuatro siglos en una tragicomedia contemporánea con vestuario y accesorios actuales, una cortina detrás de la escena donde aparecen escritas frases como si de un folletín se tratara y música de Alexandre Desplat.
La crítica que lo ha visto durante su paso por la Comédie, de enero a abril, ha apreciado de forma desigual esta transposición chic de Tartufo, pero el 15 de enero sirvió para conmemorar los 400 años de Molière porque no se sabe exactamente la fecha de su nacimiento aunque cada año se decide celebrarlo aquel día. Y es una buena manera también de inaugurar el 2 de junio las Noches de Fourvière 2022 en el Gran Teatro, el anfiteatro con capacidad para 3.000 espectadores, con otras dos representaciones de este elenco que así toma otro aire fuera de su sede en el Palacio Real.
Valletti, Françon, Les Chiens de Navarre y el Théâtre du Soleil
Tratándose de clásicos de la literatura, una creación propia del festival es John A-Dreams, que el marsellés Serge Valletti ha escrito expresamente para el actor Patrick Pineau con la dirección de Sylvie Orcier, en una reformulación de los tormentos de Hamlet de Shakespeare pero con otro tipo de monstruos. El protagonista no tiene a un padre para vengar que se le aparece en sus pesadillas tras su asesinato y debe buscar cuáles son sus demonios a eliminar. Del 5 al 9 de julio, se presenta en el teatro lionés Comédie Odéon.
El célebre director Alain Françon, de Saint-Étienne, por su parte, da su particular visión de Esperando a Godot, de Samuel Beckett, en otra creación del certamen. El famoso diálogo de dos vagabundos que se preguntan todo el tiempo qué hacen allí sentados junto a un árbol en esta pieza del absurdo de los años cincuenta del siglo pasado está encarnado por Gilles Privat, como Vladimir, y André Marcon, como Estragon. Se podrá ver del 16 al 19 de junio en el anfiteatro pequeño del Odeón de Fourvière.
En clave contemporánea y a la vez como creación, los iconoclastas Les Chiens de Navarre, la compañía de Jean-Christophe Meurisse, estrenan La Vie est un fête (La vida es una fiesta), que como en sus anteriores producciones es otra improvisación colectiva en torno a las preocupaciones humanas y sin perder nunca este otro humor absurdo. En esta ocasión, Meurisse, que también es cineasta, parte del documental de 2004 Urgences, de Raymond Depardon, sobre las urgencias psiquiátricas en el hospital Hôtel-Dieu de París. Está previsto del 20 al 30 de junio en el teatro La Renaissance de Oullins, en las afueras de Lyon.
En el centenario Teatro Nacional Popular de Villeurbanne (TNP), al este de Lyon, la veterana Ariane Mnouchkine trae su última obra de creación con una treintena de actores y actrices L’Île d’or/Kanemu-Jima (La isla de oro). El legendario Théâtre du Soleil de Mnouchkine, fundado en 1964 en la Cartoucherie, en el bosque de Vincennes parisiense, ha aprovechado la pandemia para hacer una evocación de la isla de Sado japonesa, allí donde iban a parar exiliados los artistas y que se ha convertido en un foco cultural. De hecho, la intención de la directora era pasar un mes en la isla pero las circunstancias del momento lo impidieron. Aun así, ha conseguido reunir para la obra participantes de todo el mundo en una escenografía que recuerda su viaje iniciático en barco en 1963 por el Indo-Pacífico hasta llegar a Yokohama y que le inspiró a su retorno la puesta en marcha de la cooperativa teatral que sigue en pie.
En la Cartoucherie, desde noviembre pasado y hasta mayo, entrada y restaurante estaban ambientados con los aires de Oriente mientras que en el interior se representaba L’Île d’or como nueva utopía de Mnouchkine, que parte del teatro nô japonés, y su forma cómica menos conocida kyôgen, pero donde caben otras lenguas y expresiones sobre el estado del planeta con textos de Hélène Cixous y música de Jean-Jacques Lemêtre. En la escala lionesa del 9 al 26 de junio, colaboran otros siete centros escenográficos de la región.
Villeurbanne, Millepied y Sharon Eyal
Y en Villeurbanne, capital francesa de la cultura 2022, se celebra el 2 y 3 julio, en la simbólica plaza Lazare-Goujon, entre el TNP y el ayuntamiento, un fin de semana circense con los Gandini Juggling, que reproducirán coreografías de calle como hacía el Tanztheater de Pina Bausch, y que se acabará con una aurora boreal en forma de performance del suizo Dan Archer.
En el apartado de danza, hay dos citas de renombre. La del lionés, residente con su compañía L.A. Dance Project en California, Benjamin Millepied, que transgrede Romeo & Julieta de Shakespeare con tres parejas hombre-mujer, hombre-hombre, mujer-mujer y está programado en el Gran Teatro el 28 y 29 de junio. La otra cita es la de la compañía israelí L-E-V, de Sharon Eyal y Gay Behar, que con Chapter 3: The Brutal Journey of the Heart se valen de los cuerpos de los bailarines para confrontar los instintos humanos a partir de una novela de la hawaiana Hanya Yanagihara, música de Ori Lichtik y originales mallas color piel de Grazia Chiuri, diseñadora de Dior. Están también en el Gran Teatro el 22 y 23 de julio.
Dejando atrás los confinamientos, el parque de Lacroix-Laval, en el oeste de Lyon, vuelve a ser el emplazamiento de las carpas de circo las tres primeras semanas de julio con el Cirque Trottola y Bêtes de Foire y un tercer camión-carpa del mago Yann Frisch, además de la música de Life Is Not a Picnic. En el Gran Teatro, el 2 y 3 de julio, finalmente, tiene que verse, después de dos anulaciones forzadas, el Grupo Acrobático de Tánger, de la mano de Maroussia Diaz Verbèke, y su FIQ! (Despiértate) de pirámides humanas y danza urbana.
Y, para promover las nuevas generaciones, el certamen también se asocia a la lionesa Escuela Nacional de Artes y Técnicas del Teatro (ENSATT) para ofrecer cuatro espectáculos inéditos en su misma sede durante el mes de junio de las promociones de 1979 y 1981, apadrinados por directores conocidos cómo Georges Lavaudant. A principios de julio, por otro lado, se programan otras tres obras ganadoras del concurso parisiense Impatience, organizado cada año en el Centquatre.
Otros encuentros curiosos son el de la cantante Keren Ann y la actriz Irène Jacob, nueva presidenta del Instituto Lumière en sustitución del desaparecido Bertrand Tavernier, en torno a música y textos intercambiados a distancia durante la maldita pandemia (26 de junio, Odeón), y el del acordeonista Vincent Peirani y el exkarateka y ahora bailarín hip hop Fred Paula en el proyecto Insight (7 y 8 de julio, Teatro La Renaissance).
Como complemento, del 13 al 17 de julio las Noches de Fourvière incluyen una especie de off más underground, Vogue la Nuit, en el Subs (ex Subsistances), bajo las pendientes del barrio de la Croix-Rousse. Las programadoras Rose-Amélie da Cunha y Claudia Courtial han imaginado durado cinco días un cruce de exposiciones, teatro de calle, danza urbana, djs y conciertos como el del colectivo Catastrophe la primera jornada.
Rap, folk y Brassens con orquesta
El certamen también cuenta con creaciones a nivel musical. Empezando con la del rapero Youssoupha, nacido en Kinshasa y criado en la periferia parisiense, que diez años después de su álbum reivindicativo Noir D**** lo revisita como Youssoupha Gospel Symphonique Experience con seis cantantes de gospel y la orquesta del Conservatorio de Lyon (25 de junio, Gran Teatro). La cantante franco-americana Rosemary Standley y la violoncelista brasileña Dom La Nena, bajo el apelativo Birds On A Wire, recrean sus versiones del cancionero mundial del barroco al pop con doce coristas de la Ópera de Lyon y arreglos de Mike Smith, colaborador de Damon Albarn (5 de julio, Odeón). El también rapero Abd Al Malik sube al escenario con su compañera, la cantante Wallen, para un espectáculo titulado L’Olivier –el tema de 2004 que la hizo conocida- con sus músicas respectivas y textos de poetas y otros referentes (6 de julio, Gran Teatro).
Por su parte, el gran Jean-Claude Vannier (detrás del Histoire de Melody Nelson, de Serge Gainsbourg) a sus 79 años protagoniza un homenaje a Georges Brassens (de quién orquestó temas suyos en 1974) con unos veinte solistas dirigidos por Vincent Deer-Damander y las voces, sobre textos de Brassens, de Fanny Cottençon, Richard Bohringer y Serge Valletti. Además, Beer-Demander estrenará À la française, obra orquestada para mandolinas por el propio Vannier (10 de julio, Odeón). Y el estadounidense Andrew Bird deja momentáneamente su folk-pop desnudo para interpretar sus temas con la Orquesta Nacional de Lyon, bajo la dirección de Jonas Ehrler y arreglos de Gabriel Kahane (12 de julio, Gran Teatro).
No es una creación, pero sí una carta blanca, la del saxofonista libre Raphaël Imbert que, como director del Conservatorio Pierre Barbizet de Marsella, invita a todo un puñado de artistas de su ciudad de residencia empezando por el quinteto Poetic Ways del cual forma parte. Como primera parte, Imbert actuará en cuarteto en el espectáculo El cavretico, que cuenta con la bailarina de flamenco y mucho más Ana Pérez (26 de julio, Odeón).
Thom Yorke con The Smile y los Bad Seeds por partida doble
La relación del resto de conciertos es bastante extensa y, de ellos, destacamos a Archie Shepp & Jason Moran con Marion Rampal, Patti Smith, Juliette Armanet, Arlo Parks, Kate Tempest, Chilly Gonzales, Agnes Obel, Midnight Oil, Jacques Dutronc & Thomas Dutronc y tres noches con M (Matthieu Chedid). Y hemos dejado para el final dos cabezas de cartel de giras internacionales. El primero es el nuevo proyecto de Thom Yorke, The Smile, con el guitarrista también de Radiohead Jonny Greenwood y el batería del grupo de jazz del futuro Sons of Kemet, Tom Skinner. Su primer álbum es A Light for Attracting Attention y ya ha salido en digital, a la espera de su publicación física el 17 de junio. Se diría que es una continuación más depurada y precisa de Radiohead. Actúan en el Gran Teatro el 8 de junio, con el multiinstrumentista estadounidense Robert Stillman de telonero.
La guinda del festival son los dos conciertos de Nick Cave & The Bad Seeds, el 6 y 7 de junio. El australiano sale de gira para dar vida en directo a su de nuevo excelente Carnage de 2021, firmado esta vez conjuntamente con su mano derecha de los Bad Seeds, el violinista y muchas cosas más Warren Ellis. Somos de los que nos hemos convertido a la particular religión fúnebre de Cave que, con los años y las sacudidas de la vida, ha ganado en sobriedad pero a la vez en intensidad componiendo y actuando. De esto damos buena fe por la gira del Push the Sky Away, de 2013, que ya pasó por Fourvière. Si alguien quiere más información sobre la forma de trabajar de Cave & Ellis, acaba de estrenarse el documental de Andrew Dominik This Much I Know to Be True que, con la aparición estelar de Marianne Faithfull, relata como ya hizo Dominik con el Skeleton Tree (2016) en otro documental hace seis años, la génesis del Ghosteen (2019) y el último Carnage. Entre un Molière y un Shakespeare, la voz poseída de Cave.
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