Waintrop explica los 50 años de la Quincena de Realizadores en Cannes

VB | Édouard Waintrop a Tolosa de Llenguadoc el març
Laura Morsch | Édouard Waintrop en Toulouse en marzo

VICENÇ BATALLA. Hace cincuenta años del Festival de Cannes anulado en medio de su celebración, en pleno Mayo del 68. Y, en esta edición, se cumple la cincuentena edición de la Quincena de Realizadores (9-19 de mayo) surgida al año siguiente como respuesta al nuevo cine mundial que no se veía en la sección oficial. Nagisa Oshima, Philippe Garrel, Jean-Luc Godard, Werner Herzog, Yoko Ono, Georges Lucas, Martin Scorsese o Albert Serra son algunos de los nombres que pasaron por allí o que incluso se estrenaron. Nos lo explica su actual delegado general, Édouard Waintrop.

Édouard Waintrop heredó una Quinzaine des Reálisateurs en 2012 en plena crisis después del relevo de Fréderic Boyer, que solo pudo dirigir dos ediciones. Había reemplazado a Olivier Père, actual director de cine de la televisión Arte, quien había relanzado la Quincena cuando perdía protagonismo. La llegada del parisino Waintrop, exjefe cultural del diario Libération y del festival suizo de Friburgo, se producía por tanto en una situación delicada. Con la Semana de la Crítica, de primeros y segundos filmes, comiéndole terreno y con una programación oficial en el Palacio de Festivales más abierta con la sección paralela Un Certain Regard. El actual delegado general se retirará justo cuando acabe este aniversario, habiendo dirigido siete ediciones.

“Mi primer objetivo, cuando llegué, era vencer la crisis en la Quincena”, nos comenta en castellano en un rápido paseo por las calles de Toulouse durante el pasado festival Cinélatino que cumplía por su lado treinta años. “La primera cosa que quise hacer fue rectificar los errores y restaurar su áurea. También tuve el objetivo de intentar conjugar la innovación en la manera de hacer cine con el interés del público. Es decir, intentar hacer siempre que el cine más innovador no esté lejos de los espectadores”.

En una charla, un poco antes en la librería Ombres Blanches para la presentación del libro sobre la Quincena Les jeunes années 1967-1975 (Riveneuve, 2018) de Bruno Icher, Waintrop recordaba que en las tres últimas ediciones la veintena de películas escogidas encontraron distribuidor francés. En 2011, la proporción había sido notablemente baja. La buena acogida en 2015 de Mustang de la franco-turca Deniz Gamze Ergüven, que llegó a estar nominada en los Óscar, fue un revulsivo. También acoger a directores ahuyentados en su momento del Palacio de Festivales como Philippe Garrel, Bruno Dumont o Arnaud Desplechin en los habituales rifirrafes entre programadores y entre la misma crítica.

Pero si hay una cosa en la que todo el mundo coincide es en que los factores que hicieron posible la Quincena de Realizadores en 1969 ya no son los mismos. “No existe un fenómeno de nuevo cine mundial”, reconoce el actual delegado general. “El espíritu de 1969 es el espíritu del mundo occidental del aquel periodo. Después del 68, en el mundo hay un deseo de cambiar las cosas y de cambiar también el cine. Tal vez de cambiar el cine para cambiar el mundo. Es el espíritu de las películas del ‘Cine Novo brasileño’, del ‘Cinema Nuovo italiano’, de todos los directores jóvenes del mundo. También en España, de Carlos Saura y otros. Es un espíritu que irrigó la Quincena durante las siete u ocho primeras ediciones”.

La efervescencia del 68

De ahí el título del libro de Icher, otro excrítico en Libération, que recoge fundamentalmente el ciclo entre 1967 y 1975. Los dos primeros años, como antesala de su nacimiento en 1969. Porque todo se cocina en la Cinémathèque Française parisina, dirigida por Henri Langlois. Su destitución inducida por el gobierno francés en febrero de 1968 provocó manifestaciones por parte de los directores más prestigiosos del momento como Jean Renoir, Jean-Luc Godard, Jacques Rivette o François Truffaut. Y fue como un aperitivo del posterior Mayo del 68, que representó la unión de los estudiantes con los trabajadores en huelga en todo el país.

La noche del 18 de mayo la proyección oficial en Cannes de Peppermint frappé derivó en una situación tragicómica, con el mismo director Saura subiendo al escenario con Géraldine Chaplin y Godard pera cerrar las cortinas e impedir la proyección de la película como se explica de forma divertida en el libro. Al día siguiente, el delegado general Robert Favre Le Bret anunciaba su anulación tras una decena de días de discusiones continuas en muchas de las sesiones.

En junio, se creaba en París la Sociedad de Realizadores de Filmes (SFR). Y empezaban unas negociaciones con Favre Le Bret para que en el próximo festival se incluyera un cine más atrevido y sin censura, se suprimiera la subida a la alfombra roja y el único premio otorgado fuera por parte del público. No hubo acuerdo y, entonces, se encargó al joven de 26 años Pierre-Henri Déleau que trabajaba en la Cinémathèque una programación para el año siguiente fuera del recinto oficial que se comenzó llamando Cine en libertad. Se quedó como director 31 años.

El 9 de mayo de 1969 se abría con la película del cubano Manuel Octavio Gómez La primera carga al machete, sobre la revuelta en 1868 por la independencia de la isla. Y durante dos semanas, desfilarían hasta 65 filmes. Entre otros, ocho brasileños, dos del japonés Nagisa Oshima, el primero de Philippe Garrel y su colectivo Zanzibar, otros de los norteamericano-a-s Roger Corman, Bob Rafelson y Sunsan Sontag, el único del inglés James Salter, uno del italiano Bernardo Bertolucci, más de los franceses Robert Bresson, Louis Malle y André Téchiné, Invasión del argentino Hugo Santiago escrito con Jorge Luis Borges o Nocturno 29 del catalán Pere Portabella con Joan Brossa y Carles Santos. Una retrospectiva en la Cinémathèque parisina del 28 de marzo al 3 de mayo ha recuperado hasta 61.

Scorsese y ‘Mean streets’

El libro de Icher relata, con testimonios, algunos de los principales episodios que forjaron la leyenda de la Quincena. El alemán Werner Herzog fue un habitual de estos primeros años. La factoría Warhol estuvo representada por Paul Morrissey. George Lucas trajo en 1971 el existencial THX 1138 antes de consagrarse con sus guerras de las galaxias. En la misma edición, Yoko Ono proyectaba su estático The fly acompañada de John Lennon y una alud de seguidores. En 1975, el chileno Patricio Guzmán se desplazaba in extremis desde Madrid para dar a conocer su primer documental sobre el golpe de Estado de Pinochet. En 1976, las escenas de sexo censuradas en Japón de El imperio de los sentidos de Oshima obligaban a multiplicar el número de sesiones.

Y dos años antes de Taxi driver, Martin Scorsese y Robert de Niro se paseaban en 1974 de forma totalmente anónima por la Croisette invitados por el seminal Mean streets. Precisamente, Scorsese recibirá en este cincuentenario el premio de la Carroza de Oro instaurado para homenajear a un cineasta por su carrera. El espacio cultural Suquet des Art(iste)s, presentará la exposición Cinéma(s) en liberté. Y, aunque el certamen sigue sin dar directamente premios, toda una serie de instituciones asociadas continuarán otorgando sus galardones.

La rivalidad con las otras competiciones, sobre todo la oficial, es motivo anualmente de todo tipo de especulaciones. La selección en el Palacio de Festivales se anuncia unos días antes que las de la Semana de la Crítica, la Quincena de Realizadores y, ahora, también L’ACID (Cinéma Indépendant pour sa Diffusion). Lo que hace pensar que todas estas otras programaciones esperan a aprovechar algunas de las películas descartadas.

Sección oficial y secciones alternativas

“Algunas películas que esperan estar en la sección competitiva oficial y que al final no las escogen, intentan estar presentes en otras programaciones de Cannes. Pero en el momento de la conferencia de prensa de Thierry Frémaux (delegado general de la sección oficial), ya disponemos del setenta u ochenta por ciento de nuestra selección. En el caso de algunos filmes, sí que hay la posibilidad de quedárnoslos porque pensamos que son interesantes. Pero, normalmente, el corazón de nuestra selección se hace de forma independiente del resto, ya sea las oficiales del Palacio de Festivales o la Semana de la Crítica”.

Un hecho curioso se produjo en 2009, cuando a Francis Ford Coppola le ofrecieron en el Palacio de Festivales que Tetro se proyectara fuera de competición. Y él decidió, entonces, llevársela a la Quincena donde ya había estado como productor con THX 1138 de Lucas. Una edición, la de 2009, que contaba como cartel con una foto de Albert Serra con Lolita Chammah (hija de Isabelle Huppert) porque el realizador de Banyoles lo había descubierto la Quincena en 2006 con Honor de cavallería.

Pero Waintrop todavía relativiza más el proceso de selección. Lo decía en público en la librería Ombres Blanches: “Thierry Frémaux tiene que tener en cuenta a los grandes poderosos de la industria. Nosotros, los programadores, no disponemos del poder. Frémaux recibe muchas presiones”. Un ejemplo es que, en la actual edición 2018, el delegado general de Cannes tenía previsto presentar el montaje final del filme inacabado de Orson Welles The other side of the wind. Pero su productor, Netflix, se ha negado después de que las nuevas reglas de competición impidan incluir las películas que no se estrenan en salas francesas como es el caso con las de Netflix.

Otras enseñanzas para Waintrop en su trabajo cono crítico y como programador son los condicionantes de las coproduciones entre países. Desde Francia, se financia una parte importante de largometrajes de autore-a-s que provienen de regiones del mundo con escasos recursos para el cine. Aunque esto también tiene contrapartidas. “Tenemos que desconfiar de las coproducciones francesas. Es negativo porque, estéticamente, reducen las elecciones. Están obligadas a contratar a un montador-a francés. Los montadore-a-s de estos otros países podrían aporta un concepto diferente. En Francia, España y Alemania, hay inversiones en este sentido. Pero esto da una homogeneización de la globalización e impide una diversificación de las posibilidades”.

En esta transición hacia nuevas formas cinematográficas, marcada también por las nuevas tecnologías, Waintrop deja a su sucesor, el italiano Paolo Moretti, una Quincena de Realizadores en buena salud para iniciar su segundo cincuentenario. Y ubicada, paradójicamente desde 1983, en el Palacio de la Croisette donde antes se celebraba la sección oficial. Waintrop, a los 66 años, cogerá sus enseres en París y Ginebra y se retirará a una población catalana para seguir investigando sobre el anarquismo ibérico que es otra de sus especialidades.

Les anachistes espagnols (1868-1981), Édouard Waintrop (Denoël-2012)

 

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