VICENÇ BATALLA. El primer largometraje de la catalana Clara Roquet, Libertad, se tuvo que presentar sin ella en la Semana de la Crítica del pasado Festival de Cannes porque se encontraba en cuarentena en Barcelona por haber dado positivo de Covid. Por ello, nos grabó un video a los espectadores como alternativa. Afortunadamente, al cabo de unos días pudo desplazarse a la Costa Azul, asintomática como prácticamente había sido del virus, para poder hacer la promoción de la película.
A sus 32 años, Roquet se ha estrenado con un largo tras haber realizado dos cortometrajes, El adiós (2015; Espiga de Oro en Málaga y un premio Gaudí de la Academia Catalana) y Las buenas niñas (2017). Pero, en su trayectoria, también cuenta con la participación en los guiones de 10 000 Km. (2014) y Los días que vendrán (2019), de Carlos Marqués-Marcet, y Petra (2018), de Jaime Rosales. Una carta de presentación que le ha permitido aventurarse en este proyecto más ambicioso detrás de la cámara sobre la historia de dos adolescentes de orígenes diferentes, una catalana hija de buena familia (Nora/Maria Morera) y la otra colombiana hija de la muchacha (Nicolle García/Libertad).
En la crítica que hicimos durante el festival, destacábamos algunas cosas de la cinta pero también señalábamos otras que no nos habían gustado tanto. El hecho de poder hablar directamente con la realizadora en Cannes nos dio la posibilidad de poder contrastar todas estas cuestiones. Fuera del Palacio de Festivales, porque la Semana de la Crítica es una sección exterior, y en una de las playas glamour que hay en La Croisette, una Roquet sonriente nos explicó cómo había ido esta curiosa presentación en dos tiempos y cuál es la mirada que le ha querido dar a su largometraje.
¿Qué impresión has tenido de la reacción a la película, primero desde Barcelona y, ahora, ya aquí en Cannes?
“Fue muy extraño porque durante la ‘première’ estaba en mi casa, sola, y, de cuando en cuando, me conectaban por FaceTime. Y, de golpe, escuchaba gritos y aplausos. Pero, después, se cerraba y yo seguía sola en casa… Fue una jornada muy emocionante, porque hacía mucho tiempo que habíamos hecho esta película. Fue el año pasado, y la tuvimos que guardar por la pandemia”.
¿Ya la teníais, incluso, montada?
“Bueno, la acabamos sin prisas porque ya sabíamos que no estrenaríamos hasta este año. Pero hacía mucho tiempo que tenía ganas de compartir la película con el público, y el hecho de no poder estar presente fue muy triste. De todos modos, ahora que he llegado, que veo que tiene una vida propia y que la gente la ha apreciado mucho, ya se me ha pasado todo. Las cosas se olvidan, por suerte”.
¿Esto quiere decir que todas las nubes que podían haber han desaparecido?
“La tristeza se me ha pasado enseguida, sobre todo porque la acogida de la película ha sido muy buena. Y es fantástico darte cuenta que ella ya se vale por sí sola. Quien tiene que venir al festival es la película, no yo. Habría sido una cosa muy bonita estar el primer día, pero para ella no era necesario. Le ha ido muy bien sin mí”.
La confrontación entre dos adolescentes de quince años
Y, hablando ya directamente de la película, ¿por qué quisiste que su punto de vista fuera el de las dos chicas de quince años?
“Para mí, hay una cosa muy potente en la adolescencia que es el momento de creación de la identidad propia. Y parte de esta creación, es la creación de la identidad de clase. Es un momento de mucha intensidad, donde todas las emociones se magnifican. Y donde estás rompiendo con la identidad que te viene dada de tu familia y creándote una nueva. Es muy importante poner en entredicho toda esta herencia familiar que tiene Nora a lo largo de este verano, y a lo largo de sus quince años. Es el momento en el cual ella está buscando su propia identidad, y cualquier acontecimiento y cualquier experiencia se magnifica mucho. La película, de alguna manera, se pregunta cómo este verano de Nora con Libertad acabará definiendo esta niña en el futuro”.
¿Por qué escogiste, precisamente, una madre colombiana que hace de sirvienta y hace venir el mismo verano a su hija? ¿Por qué te decidiste por esta identidad sudamericana?
“Mi primer cortometraje, ‘El adiós’, iba de una cuidadora boliviana el día de la muerte de la señora de la cual se hacía cargo. Y la familia la aparta un poco del luto. En aquel momento, busqué mujeres que trabajaran de cuidadoras en Cataluña. Y casi todas eran colombianas, bolivianas o ecuatorianas. En particular, me encontré con la historia de una mujer colombiana que me impactó. Porque hablaba de cómo había dejado atrás a su hija y su hija ya no la reconocía. Y hay algo de Colombia, también por su cine porque he estado bastantes veces, que me llama mucho la atención. Y, por eso, decidí que para mi largometraje serían colombianas”.
En un momento determinado, si no recuerdo mal se habla de la ciudad de Cali, en la costa del Pacífico. Me han explicado que hicisteis venir expresamente a las dos actrices de Colombia.
“Sí, tanto Nicolle (la hija) como Carol (la madre)”.
¿Hicisteis un casting en Colombia?
“Sí, porque para mí era muy importante que Nicolle García viniera del mismo lugar que el personaje de Libertad y tuviera unas experiencias similares. Al no ser una historia que yo conozca tan íntimamente, era importe que ella me aportara ese conocimiento y que pudiéramos construir el personaje juntas. Y lo mismo pasó con Carol Hurtado, que sí que es actriz profesional. Nicolle, no. A ella nos la encontramos en un ‘street casting’ patinando por la calle, en Medellín. Es Carol quien es de Cali. Bien, de hecho, Nicolle es de a medio camino entre Medellín y Cali. Pero nos pareció que, por el acento y por sus experiencias, era más lógico situarlas a las dos en Cali”.
Afortunadamente, pudisteis rodar antes de la pandemia. ¿Ahora, donde están las dos?
“Nicolle ahora está en Medellín, a punto de entrar en la universidad. Y no estudiará arte dramático. Me dijo que había sido una experiencia muy bonita para ella, pero que no quería ser actriz”.
Pues, actúa de forma muy natural.
“De hecho, ahora parece que lo echa de menos. Pero, al principio, me dijo que no. Y Carol es actriz, y es cantante. Tiene un grupo bastante conocido en Colombia, que se llama Haga Que Pase. Y está trabajando con su banda, en Cali. Tuvieron una gira por Europa. Y está bastante involucrada en temas sociales. Es alguien con mucha conciencia”.
Las diferencias de clase con inmigrantes y otros nativos
Y Maria Morera, en el papel de la chica catalana Nora, ¿por qué os decidisteis por ella?
“Maria había hecho ‘La vida sin Sara Amat’ (2019), de Laura Jou, y Laura me la recomendó muchísimo. Para mí, María es una superdotada de la interpretación. Solo tiene quince años. Bueno, ahora ya tiene diecisiete. Pero en su momento, con quince años, tenía una madurez emocional muy extraña para una niña tan pequeña. Fue conocerla en el casting y, pese a que seguí mirando otras chicas, siempre volvía a Maria”.
Y, en cambio, los personajes adultos resultan como bastante antipáticos. Tu punto de vista es el momento de la construcción de la personalidad, cuando eres mucho más abierto. A Nora Navas, como madre, no le das un papel demasiado agradable de hacer. Quizás el papel de Vicky Peña, como abuela, sí que es más abierto en el sentido de que está perdiendo la memoria y vuelve a soltarse. De hecho, a los adultos los pones en un segundo plan…
“Sí, para mí era muy importante centrarme en estas niñas. Es importante que las películas tengan un foco muy claro. Los otros personajes también están muy desarrollados, cada uno con su historia, pero tenían que quedar siempre más fuera de campo. El personaje de Àngela, la abuela, me resulta muy interesante porque creo que, con la pérdida de la memoria, hay una pérdida de la identidad de clase. Esto es lo que hace que ella se acerque de una manera como muy plana y próxima a Libertad, y a su madre. Provoca que una cosa de clase que tiene tan presente Teresa, la madre, la abuela no la tenga”.
Yo lo que he escrito como crítica es que también hay diferencias de clase entre los catalanes, y entre los españoles. No todo el mundo dispone de una casa de segunda residencia, con servicio. Sí que aparece el padre y el hijo que se encargan de la barca de la familia, y están socialmente por debajo. Pero en Colombia, como toda Sudamérica, la desigualdad de clase puede llegar a ser todavía mucho más acentuada…
“Yo quería que la película también explorara la diferencia de clase dentro del mismo país. Con Manuel y Manolo, el hijo y el padre que llevan la barca, y que también tienen esta relación de clase con la familia. De hecho, Nora la hija les dice al final que también son como de la familia. ¡Y tampoco lo son! No es solo por los que vienen de fuera”.
Las localizaciones, si no me equivoco, se han hecho en Blanes, Lloret de Mar, pero también en Sitges y Vilanova i la Geltrú…
“Es en el puerto del Garraf (Sitges) donde situamos la acción del barco”.
Y la casa, está en el Maresme?
“Está en Llavaneres, exacto”.
Quizás son lugares que ya conocías de antes…
“Yo siempre he veraneado en Lloret de Mar, y en Blanes… Mi familia tenía una casa donde se reunían varias generaciones. Era muy divertido, y fueron veranos muy especiales. Esta herencia está mucho en la película”.
Las lenguas de la película
Estoy obligado a preguntarte, a sabiendas de cuáles son las localizaciones y en un país como Cataluña donde también se habla indistintamente catalán y castellano, y otras lenguas, como es que no se oye ninguna palabra en catalán. ¿Es un tema de financiación?
“En su momento, fue un tema de financiación. Fue una decisión de producción. Ahora hay muchas más ayudas en el cine en catalán, pero no en su momento. Aunque, por definición, la película tiene que ser el ochenta por ciento en castellano porque son colombianas y hablan castellano. Poner solo el veinte por ciento de catalán no nos suponía ningún beneficio y nos suponía muchos costes, porque teníamos que estar doblando la película constantemente. Sí que intenté que en el pueblo se oyera catalán. Lo que pasa es que no se acaba de oír demasiado. También con el casting de los chicos quería mucha diversidad. Está Moha, que es marroquí. Está el personaje de Peque, que es de etnia gitana. Quería reflejar diferentes identidades. Nos salió así, y ahora me gustaría que hubiera habido algo más de catalán, aunque fuera en el ambiente. A mí me gustaría mucho hacer películas en catalán, pero la cosa fue así. Espero que nadie se lo tome mal”.
Hay otra cuestión y que es que la burguesía catalana, o la clase media, hablan habitualmente catalán y, cuando se dirigen a alguien que viene de fuera, cambian al castellano. Esto también es otra forma de explicar una diferencia de clase cambiando el idioma…
“Hay muchas familias catalanas que son castellano-hablantes. En cierto estatus social, es bastante habitual que sea así. En el caso de la lengua en la película, lo pensé de manera muy funcional y quizás no le di la importancia que tiene. Y ahora sí que pienso que habría sido mejor que hubiera habido más variedad, pero en su momento fue una decisión de producción”.
Precisamente, Jaime Rosales presentó su última película Petra, donde participabas en el guion, en Cannes en la Quincena de Realizadores hace tres años. ¿Cómo te sirvió como experiencia este trabajo como guionista, también con Carlos Marqués-Marcet, para este primer largometraje?
“Muchísimo. He aprendido mucho de Carlos y de Jaime, y de todos los directores con quienes he trabajado. Y una cosa muy importante que he aprendido es que las películas tienen que estar atravesadas por una sola mirada. Que haya un punto de vista. Por eso, cuando escribo intento mucho mimetizarme con la mirada del director. Que todo lo que yo hago esté al servicio de esta mirada. Ellos dos, y los otros, me enseñaron a ser muy rigurosa en este sentido”.
No sé si ya tienes algún otro proyecto, pero el hecho de pasar por aquí, por Cannes, esto te da una dimensión para poder pensar en grande. ¿Cómo te ves el día de después, con todos los condicionantes económicos que también supone la pandemia? A pesar de que quizás tendrás que alargar la promoción para cuando Libertad se estrene en Francia (en España sale el 19 de noviembre).
“Ahora me han dicho que se estrenará, en Francia, a principios del año que viene. La verdad es que estoy muy contenta con el recibimiento que ha tenido la película. Sí que tengo una idea que me gustaría escribir, y estar en el Festival de Cannes me ayudará seguramente a poderla financiar. Pero, ahora mismo, estoy muy centrada en volver a escribir guiones. Estoy escribiendo un guion con Marqués-Marcet, que será el tercero que hagamos juntos, y uno con la también barcelonesa Elena Martín, que lo dirigirán ellos. Tenía muchas ganas de volver a ser guionista. Y, de momento, estoy muy centrada en esto”.
* Todas las crónicas del Festival de Cannes 2021
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