VICENÇ BATALLA. La ocupación del Teatro Nacional Popular (TNP) de Villeurbanne, junto a una sesentena de otros espacios culturales públicos franceses en este inicio de primavera, es todo un signo de que, pese a una cultura cerrada nuevamente desde hace cinco meses en el país, el mundo del espectáculo en vivo no se detiene y no se calla. Aislados en sus ensayos, actores/actrices, creadores/creadoras, técnicos/técnicas, estudiantes han querido reencontrarse con el público con quien han dejado de tener contacto y recordar así el carácter popular de estos espacios, al tiempo que observan las precauciones sanitarias necesarias. En la temporada del centenario del TNP, y como ya va ocurrió en Mayo del 68 con la primera ocupación del Teatro del Odeón en París, la transformación de los vestíbulos, las plateas, los atrios en ágoras de debate muestran que la pandemia no puede justificar que los espacios de mercancías estén abiertos y los de la cultura recluidos a la pequeña pantalla. Un perfume de primavera en lucha para volver a dar espacio a la palabra.
Fue en el atrio del TNP, nacido en 1920 en el Teatro de Chaillot de París y, des de 1972, situado como ejemplo de democratización de la cultura en la conurbación de Lyon, que en este inicio de primavera el 20 de marzo y con un viento gélido la directora adjunta del TNP, Florence Guinard, hizo una lectura apoyando la ocupación del teatro. ¡Desgraciadamente, el director, Jean Bellorini, se había contagiado a su vez de la Covid! Un Bellorini que tuvo que aplazar en otoño la celebración de este centenario a causa, pero cuya celebración continúa retardándose sine die (la celebración se hace, finalmente, en septiembre de 2021 como 101 aniversario). La troupe de Bellorini pudo presentar en octubre en la Semana de Arte en Aviñón el espectáculo previsto para la conmemoración Le jeu des ombres (El juego de las sombras), a partir de la ópera de Monteverdi sobre el mito de Orfeo y texto del dramaturgo Valère Novarina. Este despliegue suntuoso de música, imágenes y palabras que tuvimos el privilegio de descubrir en Aviñón, y que fue creada en el TNP y filmada sin público debido a las restricciones sanitarias.
La Federación de Artes Callejeras de Auvernia-Ródano-Alpes tomó el relevo este 20 de marzo con una ¡Acción gran limpieza de primavera!, invitando a federados y todos los transeúntes a aportar sus plumeros, pulverizadores, bayetas y escobas para hacer una limpieza reivindicativa. Así, nos pudimos mezclar con todo tipo de saltimbanquis y clowns al ritmo de las fanfarrias y canciones de reconforte mientras conservábamos nuestra mascarilla. Nada que ver con el carnaval desenfrenado que tuvo lugar en Marsella este mismo fin de semana.
Un eco entre 1968 y 2021
En mayo de 1968, el teatro del Odeón de París (antes de que se le denominara Teatro de Europa) ya había sido el primero en ser ocupado durante la revuelta en el Barrio Latino y el pasado 4 de marzo volvió a ser el primero en verse repleto de trabajadores en cólera por el cierre sin horizonte del mundo del espectáculo en un difícil equilibrio con la dirección y los ensayos que se hacen en su interior. Hace 53 años, el TNP de Villeurbanne (entonces, Teatro de la Cité) fue el lugar escogido para instalar un Comité Permanente de Estudios de los Directores de Centros Dramáticos Nacionales y negociar con el Gobierno y el ministro de Cultura André Malraux las ocupaciones en toda Francia. Unas negociaciones muy tensas y que tampoco impidieron vivir un Festival de Aviñón ese año muy agitado.
En 2021 la situación es muy diferente porque hay una pandemia, pero es esta la que pone en evidencia las desigualdades entre los diversos sectores de la actividad económica. ¿Cuáles son las reivindicaciones concretas de los promotores de las ocupaciones? En primer término, una prolongación y una extensión a quien se había quedado fuera del año blanco (derechos de paro) para los intermitentes del espectáculo que el Gobierno había decidido en principio hasta el 31 de agosto de este año. Una reclamación que el mismo director del Odeón, Stéphane Braunschweig, suscribe.
Otros colectivos precarios
En segundo lugar, y es el tema que va directamente en contra del primer ministro, Jean Castex, y del presidente, Emmanuel Macron, está la demanda de supresión de la reforma del paro que restringirá los derechos actuales. Es una cuestión incendiaria, que puede federar no solo al mundo del espectáculo sino también a colectivos más amplios que se ven afectados de lleno por las medidas de confinamiento. Y aquí se cuentan todos los precarios de la restauración y el turismo muy ligados a la celebración de acontecimientos culturales y los festivales. Todos estos establecimientos están cerrados desde finales de octubre. Y el Ejecutivo teme un encadenamiento de protestas que, de hecho, es el objetivo buscado por los ocupantes de los teatros invitando a todo tipo de trabajadores y jóvenes en desesperación. Es decir, una nueva versión de los chalecos amarillos, a partir de Nuit debout (Noche en pie, los indignados franceses en 2016) de mayor recorrido.
Y la tercera reivindicación que retorna a la idea inicial del teatro como un espacio público y popular es la reapertura del espectáculo en vivo, respetando todas las consignas sanitarias. La actual ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, se encuentra en una incómoda situación con anuncios que se ven rápidamente sobrepasados por la realidad y las decisiones de sus otros colegas ministros. Y pese a la llegada de nuevas ayudas financieras. No se entiende que los supermercados y los lugares de culto se hayan sacralizado y no los teatros, los cines, las salas de música y los museos. Es verdad que, por ejemplo, en España todos estos espacios se hallan en parte abiertos porque hay menos ayudas públicas y se espera que los propios artistas se espabilen pero las comparaciones entre ambos países son siempre sangrientas.
Bachelot, la mascarilla y los César
Tampoco ayuda que Bachelot contrajera la Covid este fin de semana de principios de primavera tras haber asistido el viernes a una grabación para la televisión en la Ópera Bastilla de un Fausto puesto al día por el director alemán Tobias Kratzer fotografiándose sin mascarilla rodeada de los solistas de la orquesta. En otro artículo sobre festivales y Covid ya nos habíamos referido a la indignación del mundo de la cultura techno por la falta de consideración de una ministra que ama tanto la ópera y la música clásica.
En este artículo, citábamos al cronista cultural del diario Le Monde Michel Gerrin muy crítico con las reclamaciones de la gente de la cultura. Ahora sigue cuestionando la manera cómo estos se manifiestan, y toma el caso de la ceremonia de los César el 12 de marzo en que el mundo del cine fustigó ferozmente al Gobierno con una Bachelot ausente. Reproducimos una parte de su crónica Los César de la radicalidad: “la angustia, la frustración y la injusticia que expresa la cultura desde el cierre de los cines o teatros son legítimos. Estos sentimientos se repitieron en los César. Pero sin matices ni ligereza, sin casi una palabra para el personal sanitario o los enfermos, y mucho para reírse de la ministra Roselyne Bachelot. El discurso ambiente en la burbuja del Olympia, como el de los patios de los teatros ocupados, se halla sobre todo desconectado de lo que pasa afuera: unas variantes que cabalgan y trastornan el paisaje de la pandemia”.
Gerrin recuerda, como ya lo ha hecho en otras ocasiones, que la excepción cultural francesa permite mejor que en otros lugares resistir los estragos de esta crisis con su sistema de protección y que la reacción de sus protagonistas puede dar un sentimiento de egoísmo al resto de la sociedad. Realmente, en el mundo de pesadilla en el que vivimos actualmente, la sensibilidad y las cribaje están a flor de piel y la intervención más radical de la noche de los César fue definitivamente el striptease punk de la actriz quincuagenaria Corinne Masiero y su piel desnuda con el grafiti de “No culture, no future”.
La tímida ayuda europea
En otro artículo anterior sobre la Llamada de los Independientes de la Cultura que escribimos en verano pasado, responsables de diferentes estructuras en Francia y en Europa reclamaban también de las instituciones europeas un compromiso mayor para un sector que da trabajo a alrededor de ocho millones de personas en el continente y representa el 4% de su PIB. El presupuesto plurianual de la Comisión Europea 2021-2027, con el plan de relanzamiento Next Generation, preveía en principio solo 1.640 millones de euros para el programa Europa Creativa. Y se reclamaban 2.800 millones, que aun así solo constituyen el 1,5% del plan de relanzamiento. Finalmente, con la presión del Parlamento Europeo, se han obtenido 2.240 millones. Repartido entre un 31% directamente para el sector cultural, un 56% para la industria audiovisual y un 13% para iniciativas transversales y transnacionales. Sigue siendo poco, pero ha mejorado.
Aunque lo más importante continúa siendo la cultura como un bien común y protegida de los efectos del mercadeo. Es por todo ello que su cierre, y el bloqueo de las obras únicamente a las plataformas, es tan doloroso y claustrofóbico. La gente del teatro y de las artes callejeras tienen algo que decir, sobre esta experiencia que nos une entre todos nosotros. Y es bienvenido el anuncio de la programación del futuro Festival de Aviñón (5-25 de julio) que, en julio pasado, se vio obligado a anularse a causa de las reglas sanitarias y organizó como alternativa en octubre una Semana de Arte en Aviñón que tampoco se pudo terminar por el nuevo confinamiento. Es por lo que deseamos retornar al espectáculo en vivo e insumiso lo más rápido posible.
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