RAFAEL VALLBONA. En los años ochenta, el curador David Balsells y el fotógrafo Joan Fontcuberta impulsaron la Primavera Fotográfica, conjunto de propuestas expositivas que pretendían situar este arte en el imaginario cultural del país. El legado de aquellas primaveras, quizás un poco lento y tardío, ha conseguido otorgar a la fotografía el estatus de arte mayor que le corresponde, y más aun si nos atenemos a la gran nómina de excelentes fotógrafos catalanes de todos los tiempos. El centro de la imagen de la Virreina (ayuntamiento de Barcelona), la Fundación Foto Colectania o la Bienal Xavier Miserachs son en este sentido buenos ejemplos.
Este otoño, en parte por las reprogramaciones debidas al confinamiento y en parte porque ya estaban previstas, las muestras y festivales de fotografía están ocupando el primer plano en las exhibiciones artísticas. Hay una auténtica eclosión de fotografía en todo el territorio, no únicamente en Barcelona. Además de la Biennal Miserachs de Palafrugell, que estuvo abierta hasta el 11 de octubre y con una impagable muestra de Leopoldo Pomés de cabeza de cartel -una rara maravilla en un verano bajo mínimos-; y del consolidado festival Revela’t de fotografía analógica de Vilassar de Dalt, un alud de expos que han invadido la población del Maresme y rodeado a todos los visitantes y vecinos de arte fotográfico.
Por otro lado, la inauguración el 9 de octubre del Centro internacional de fotografía KBr, de la Fundación Mapfre, el InCadaqués, desde el 25, con nombres como Lesia Maruschak, Albarrán Cabrera, Noé Sendas o el amigo de Dalí Joan Vehí y las próximas grandes exposiciones del World Press Photo (14 de noviembre en el CCCB) y de la estrella del gremio, Gervasio Sánchez, en el Arts Santa Mònica (4 de noviembre), hacen de este un gran otoño fotográfico. El libro Pandemia. Miradas de una tragedia (Blume Editorial), donde 24 profesionales de referencia mundial dan su visión de lo que nos está pasando, con fotógrafos de aquí como Gervasio Sánchez, Sandra Balsells o Cristina García Rodero, nos recuerda que la fotografía es una mirada necesaria y querida sobre la realidad. Si la luz de la primavera se ha vuelto otoño este año, ¿por qué no revertir el drama colectivo en una oportunidad para la cultura de la imagen y, en 2021, se hace un otoño fotográfico?
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